20 diciembre, 2025

Estados Unidos coincide con China en disminuir su superávit comercial

El superávit comercial global de China alcanzó en noviembre de este año a US$ 1,08 billones, impulsado por exportaciones que treparon a US$ 3,41 billones, que superaron de lejos cualquier otro resultado anual de los últimos 20 años.

Al mismo tiempo, los precios de los productos manufactureros declinaron –2,2% en los últimos 30 días, lo que significa que fue el 38° mes consecutivo de contracción inflacionaria, con el agregado de que el índice de precios al consumidor (IPC) sólo se incrementó 0,7% en ese período, pero la totalidad de esa alza provino de los volátiles precios de los alimentos y no de los productos manufactureros.

Lo notable es que con un superávit comercial de más de US$ 1 billón, el renminbi en vez de apreciarse se ha devaluado y ha alcanzado un menor valor de -18% desde su pico en marzo de 2022.

Por eso, el Informe anual del Fondo Monetario Internacional sobre China señala que esta devaluación incentiva las exportaciones de la República Popular en no menos de 30%, lo que a su vez eleva cada vez más su ya excepcional superávit comercial.

Esto hace que los salarios de los trabajadores, la inmensa mayoría de la población (3/4 partes del total de la fuerza de trabajo) tengan baja productividad y eso impacte en el consumo doméstico, que asciende a sólo 38% del producto, el menor de lejos entre las grandes economías del sistema global.

El PBI de la Republica Popular crecería 5% en 2025 y 4,5% en 2026, según el FMI, pero a este ritmo el superávit comercial se expandiría cada vez más y alcanzaría a US$ 1,5 billones a fines del próximo año.

Esto, como advierte con total claridad la organización internacional, es “insostenible”; y está totalmente justificada la alarma de las industrias nacionales de EE.UU., Europa y América Latina ante la pujanza exportadora de la República Popular.

El resultado es que hay en marcha en el mundo una campaña profundamente proteccionista y defensiva contra las exportaciones manufactureras de China, lo que quiebra el sentido mismo del intercambio global.

No sólo China le compra al mundo cada vez menos en relación a lo que le exporta, sino que el superávit comercial está centrado fundamentalmente en el auge de la manufactura, que representa casi tres cuartas partes del total.

China importó del sistema global un total de US$ 2,3 billones en 2025. Más de la mitad de esas compras externas son commodities como mineral de hierro, cobre, soja y bienes petroquímicos, a los que hay que agregar US$ 400.000 millones de semiconductores o chips provenientes de EE.UU. y originados en Nvidia.

Esto implica que más de la mitad del comercio internacional es obra de la República Popular en 2025, y en lo que hace al intercambio manufacturero el porcentaje de China asciende a casi tres cuartas partes del total.

De ahí que la formidable máquina exportadora china sea esencial para la industria manufacturera del mundo, con la particularidad de que la más avanzada tiende a integrarse con las redes manufactureras de la República Popular.

La consecuencia de este fenómeno de excepción es que en los primeros 10 meses de 2025 más de 25% del total de las exportaciones chinas –US$ 837.000 millones– fueron la obra de compañías transnacionales radicadas en el territorio de la segunda economía del mundo, como es el caso de Volkswagen y Apple, convertidos en protagonistas fundamentales del extraordinario superávit comercial chino, cuya pujanza tiende a “des-industrializar” a amplias regiones del sistema, ante todo Europa y América Latina.

Esta máquina exportadora y manufacturera de la República Popular ha sido creada a través de una inversión anual de 6 puntos del producto en las últimas dos décadas y se ha convertido en la base estructural del dominio prácticamente completo que tiene hoy China del comercio internacional.

Lo que hay que advertir es que esta superproducción manufacturera es también la causa de su honda depresión doméstica de carácter nítidamente deflacionaria; y que se ha construido con un bajísimo nivel de productividad y es la causa crucial de su escaso consumo doméstico.

Esta máquina imbatible de la industria manufacturera de la República Popular también pierde todos los años 2 puntos del producto por su escasa o nula productividad, según advierte el FMI.

En una economía global absolutamente integrada por la revolución de la técnica como es la actual, la situación de EE.UU. es exactamente la contraria. Tiene un déficit comercial de US$ 1,4 billones, al tiempo que dispone de un extraordinario boom de consumo que alcanza a 78% del producto en 2025.

Ahora EE.UU. y China han llegado a un acuerdo a través del diálogo entre Donald Trump y Xi Jinping y la República Popular se propone duplicar su consumo doméstico en los próximos 5 años, lo que implica recortar por la mitad las inversiones en su máquina manufacturera. A su vez EE.UU se obliga a triplicar sus exportaciones a la República Popular en el mismo período, lo que le permitiría reducir su déficit comercial.

En definitiva, las 2 mayores economías del mundo han sellado un acuerdo de cooperación y asociación; y ahora se trata de resolver los dos mayores desequilibrios del mundo que en el fondo son uno solo.

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