En el mundo tan vertiginoso de hoy, las personas buscan distintas formas de relajarse y reencontrar la calma. La meditación puede ser una de esas herramientas ya que es una forma comprobada por la ciencia para eliminar el estrés.
Pero meditar no solo genera emociones positivas, sino que también tiene un impacto significativo, especialmente en las emociones y la memoria, según un nuevo estudio.
Así lo comprobó un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí, que utilizaron registros de electroencefalogramas (EEG) intracraneales de las profundidades del cerebro y descubrieron que la meditación producía cambios en la actividad de la amígdala y el hipocampo, regiones cerebrales clave implicadas en la regulación emocional y la memoria.
El estudio, publicado en PNAS, puede ayudar a explicar el impacto positivo que tienen estas prácticas y podría contribuir al desarrollo de enfoques basados en la meditación para mejorar la memoria y la regulación emocional.
Según el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral de Estados Unidos (NCCIH, por sus siglas en inglés), “el término “meditación” se refiere a una variedad de prácticas que se centran en la integración de la mente y el cuerpo y se utilizan para calmar y mejorar el bienestar general”.
Y continúa la institución: “Algunos tipos de meditación implican mantener la concentración mental en una sensación particular, como la respiración, un sonido, una imagen visual o un mantra, que es una palabra o frase repetida. Otras formas de meditación incluyen la práctica de la atención plena, que implica mantener la atención o la conciencia en el momento presente, sin emitir juicios”.
En un estudio reciente, publicado en Frontiers in Human Neuroscience, se comprobó que la meditación trascendental tiene un impacto único en varias áreas del cerebro asociadas con el procesamiento visual, la memoria y las sensaciones corporales.
Hasta ahora, la investigación cerebral ha demostrado una conexión entre la práctica meditativa y la actividad cerebral. Sin embargo, la actividad neuronal específica subyacente a las prácticas meditativas y sus efectos positivos aún no se comprende bien.
Christina Maher, estudiante de doctorado en neurociencia en la Escuela de Posgrado de Ciencias Biomédicas de la Escuela de Medicina Icahn y primera autora del artículo, explicó:
“Tradicionalmente, ha sido un desafío estudiar estas regiones cerebrales límbicas profundas en humanos utilizando métodos estándar como el electroencefalograma del cuero cabelludo. Nuestro equipo pudo superar este desafío aprovechando los datos recopilados de una población única: pacientes con epilepsia con dispositivos implantados quirúrgicamente que permiten el registro crónico de EEG a partir de electrodos implantados en la profundidad de la amígdala y el hipocampo”, dijo.
“Fue bastante sorprendente descubrir cambios en la actividad de las ondas cerebrales en estas regiones clave, incluso durante la primera meditación”, destacó la experta.
El estudio se llevó a cabo en el Laboratorio de Biometría Cuantitativa en Mount Sinai West, un laboratorio diseñado para brindarles a los pacientes un entorno relajante para recibir un tratamiento terapéutico libre de las distracciones típicas asociadas con un entorno hospitalario o un laboratorio tradicional. Este entorno naturalista permitió a los participantes del estudio meditar en un lugar tranquilo que refleja mejor las experiencias del mundo real, lo que mejora la validez del estudio.
Para este estudio, el equipo de investigación estudió a ocho pacientes neuroquirúrgicos con epilepsia resistente a fármacos a los que se les implantó crónicamente un sistema de neuroestimulación reactiva.
Los participantes eran meditadores principiantes antes del estudio y completaron una instrucción guiada por audio de cinco minutos (línea de base) seguida de 10 minutos de meditación guiada por audio de “bondad amorosa”.
La meditación de bondad amorosa es un tipo específico de práctica meditativa que implica centrar la atención en pensamientos de bienestar para uno mismo y para los demás. Predispone a desarrollar sentimientos de empatía, amor y bienestar.
Para evaluar la inducción a la meditación de bondad amorosa, se pidió a los participantes que informaran sobre la profundidad de la meditación experimentada después de la sesión en una escala del 1 al 10 (puntuación más alta = meditación más profunda). En promedio, los participantes informaron un alto grado de meditación profunda (media = 7,43).
“Hemos descubierto que la meditación basada en la bondad amorosa está asociada a cambios en la fuerza y la duración de ciertos tipos de ondas cerebrales llamadas ondas beta y gamma”, afirmó el doctor Ignacio Saez, profesor asociado de Neurociencia, Neurocirugía y Neurología en la Escuela de Medicina Icahn y autor principal del artículo.
“Este tipo de ondas cerebrales se ven afectadas en trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad, por lo que la posibilidad de poder controlarlas voluntariamente a través de la meditación es bastante sorprendente y puede ayudar a explicar el impacto positivo que estas prácticas tienen en las personas”, agregó el experto.
Los investigadores reconocieron algunas limitaciones del estudio. El tamaño de la muestra fue pequeño y solo analizaron los efectos de la meditación una sola vez, sin evaluar el impacto de la práctica repetida o el seguimiento a lo largo del tiempo para ver si los efectos perduran.
“Este estudio proporciona una base para futuras investigaciones que podrían contribuir al desarrollo de intervenciones basadas en la meditación para ayudar a las personas a modular la actividad cerebral en áreas involucradas en la memoria y la regulación emocional”, dijo el doctor Saez.
Y sumó: “La meditación no es invasiva, es ampliamente accesible y no requiere equipo especializado ni recursos médicos, lo que la convierte en una herramienta fácil de usar para mejorar el bienestar mental. Sin embargo, es fundamental señalar que la meditación no reemplaza las terapias tradicionales. En cambio, podría servir como una opción complementaria de bajo costo para las personas que experimentan problemas de memoria o regulación emocional”.
El equipo de investigación del Monte Sinaí planea realizar estudios de seguimiento que explorarán la relación específica entre la actividad cerebral observada y los resultados sobre el estado de ánimo y la salud mental.
La meditación es “muy accesible”, dijo el doctor Robert Waldinger, profesor clínico de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard.
“Ahora hay tantas aplicaciones que, si tienes un smartphone, puedes aprender a meditar. A menudo lo que es realmente útil es usar una de las aplicaciones… donde alguien te guía a través de una meditación”, afirmó.
Incluso, se puede encontrar en línea varios videos sobre la Meditación de bondad amorosa, que fue la que utilizaron para el estudio de la Escuela de Medicina del Monte Sinaí.
Según el Centro de vida saludable, dependiente de la Universidad de Concepción, Chile, se puede comenzar a meditar siguiendo estos pasos:
- Tomar asiento en un lugar cómodo. Cerrar los ojos, respirar profundo por la nariz, exhalando por la boca. Centrarse solo en la respiración y si viene a la mente algún pensamiento, solo dejarlo pasar. En ese momento recuperar la atención sobre la respiración.
- Hacer una respiración profunda por la nariz de un tiempo y una espiración lenta por la boca, de dos tiempos. Concentrarse en sentir y percibir como los pulmones se llenan de aire y como se libran al exhalar el aire. Focalizarse en el sonido de la respiración y en su ritmo.
- Elegir una palabra o un sonido (el mantra “OM” por ejemplo). Repetirlo mentalmente con calma, sin pensar en nada más por espacio de un minuto. Aumentar el tiempo paulatinamente a medida que se va realizando el ejercicio.