12 febrero, 2025

Selva, mosquitos y tres argentinos en el Gran Chaco sobreviviendo casi un mes desnudos

El reality más extremo estrena hoy una nueva versión latinoamericana en la plataforma de streaming Max, con dos particularidades: esta vez Supervivencia al desnudo Latinoamérica se hizo escenarios salvajes del Gran Chaco argentino y tres compatriotas se animaron a enfrentar desafíos nunca antes vistos. La tercera edición de la versión latina se estrenará, además, en la pantalla de Discovery el jueves 13 de febrero a las 22, poniendo en condiciones desventajosas a 10 valientes latinoamericanos provenientes de México, Argentina y Colombia, puestos a colaborar en equipos de dos personas que tuvieron que sobrevivir sin usar ropa durante 21 días en esa zona agreste, enfrentando desafíos físicos y emocionales que intentaron superar construyendo refugios, buscando alimento y lidiando con las hostilidades de la naturaleza. 

Estela y su compañero Gustavo.
  • Los argentinos son Facundo (40 años): exfutbolista, salvavidas, maestro y psicólogo. Disfruta de liderar, es competitivo y busca mejorar sus habilidades de supervivencia. 
  • Estela (38 años): comerciante y guía de montaña. Es determinada, perseverante y posee una gran fortaleza mental. 
  • Ana Lis (30 años): paramédica y experta en campismo. Es determinada, fuerte y comunicativa, lo que la convierte en una gran compañera de equipo. 

Según revelaron los tres en una entrevista exclusiva con revista Weekend, eran fanáticos del programa antes de aprovechar la oportunidad de anotarse para participar. “Ni lo dudé -explicó Estela– porque sentía que era como la culminación de demostrar que todo lo que me había pasado. Desde chiquita tuve muchísimas dificultades en mi vida, desde un accidente casi fatal a otras cosas personales, muy fuertes. Soy de esas personas que creen que cada objetivo, cada cosa que te pasa, te prepara para algo más grande. Sentía que todo lo que me venía pasando me estaba preparando para este desafío, en el que me propuse buscar respuestas de quién era yo en realidad. Y también para tener la fuerza de tomar decisiones por mí y para mí, porque toda mi vida había tomado decisiones por el resto. Se convirtió en algo muy personal”.
Ana Lis aseguró que su “principal motivación fue mi familia. Estaba viviendo en Santiago de Chile, habiendo nacido en el monte. Es una gran urbe y mi cabeza necesitaba volver a lo mío, al monte, y me ayudó mucho. En mi familia somos todos muy de la de la aventura, de la caza, de la pesca (siempre responsable) y fue una oportunidad que no quise dejar pasar“.

Facundo reconoce tener un “perfil rodante, aventurero. Me gusta estar en la naturaleza, me gusta mucho la pesca y considero que este desafío lleva al máximo lo que un ser humano puede puede atravesar, afrontar y intentar superar. Mi balance es que si nos das elementos y nos sacás la ropa, te hacemos un campamento en cualquier lugar del mundo. Y encima la vas a pasar bien. Realmente es otra cosa estar ahí, desnudo, descalzo y tener que recurrir a la fortaleza mental, que es lo que creo que en momentos clave que determina que algunas personas lo superen el desafío y otras no”. Ana Lis coincide con sus compañeros en que el balance fue positivo, “aunque cuando veo los capítulos se me revuelve todo, me acuerdo de lo mal que la pasé. Igualmente que creo que es una experiencia que todos deberíamos vivir para darnos cuenta de lo rodeados de lujos que estamos”.

Sobreviviendo con el cuerpo y la mente

“Nada te prepara para ese momento, para solucionar cosas que en la vida cotidiana no estamos acostumbrados a resolver. No estamos pensando cómo voy a conseguir mi agua o qué voy a cenar esta noche. Ahí era era algo bastante complicado”, aclara Estela. Es que estaban en la selva del Chaco, donde hay variedad de mosquitos y ellos sin la protección de la ropa, sólo con un bolsito. “Al bolsito lo usaba en el momento en que era necesario, así que me los sacaba de noche porque era más cómodo para hacer algunas cosas. Es cierto que me fui preparando mentalmente para enfrentar a los mosquitos cosas, digamos. Me picaron por todos lados pero no me afectó tanto. Entre las 5 y las 6 de la mañana aparecían unos chiquititos que te hacían sangrar, sobre todo en los pies“.Parecería que para Ana Lis fue más fácil porque nació en Entre Ríos, a 10 horas de Formosa, y comparten una flora y una fauna similar, “pero con la humedad se complicaba haber fuego por fricción. Además de mosquitos padecimos las picaduras de jejenes, polvorines, tábanos y una mosca negra que te picaba y te dejaba sangrando, que la gente que lee Weekend la va a conocer porque está en en los ríos, en el Paraná, en el Uruguay, en todas partes. Yo había convivido con esos bichos toda mi vida pero bañada en repelente. Soy experta en campamentismo pero estar en el Chaco de Formosa, desnuda y sin ningún tipo de protección, me hizo probar todas las técnicas que se me ocurrieron: mezclé salvia con ceniza, con barro, con pis, me lo pasé por todo el cuerpo y me comieron igual”. Y Estela completa: “Lo peor era a la noche, porque durante el día estabas haciendo cosas, entretenida más allá de que algo te pica, porque ocupabas la cabeza en otra cosa. Pero a la noche, cuando tratás de relajarte y descansar en cuerpo de todo lo que viviste en la jornada, era más intenso y no te dejaba pensar en otra cosa que no fuera en la picazón”.

¿Cómo logró cada uno superar los momentos de flaqueza? “En mi caso fue recordando siempre por qué estaba ahí y qué estaba buscando -exclama Estela- Todo el tiempo me hacía la pregunta de por qué estaba ahí, que buscaba. Era como el punto de inflexión para decidir si seguir o parar. Todos nos lo planteamos en algún momento“. Para Facu, “la parte de comodidades fue bastante trabajada y me fue bien, pero hubo algo que no me esperaba, que era la percepción del riesgo de muerte. Así que que mi cuerpo sienta que podía quedarme ahí fue algo que me llevó a otro nivel. Los invito a verlo así no revelamos nada“. Finalmente, Ana Lis confesó que sintió “miedo real y me costó mucho superarlo. Lo más difícil es esa pelea interna; me daba rabia a mí misma pensar en que me quería ir, y luego recordar que fui a desafiarme y a terminarlo. Me enojaba conmigo misma y creo que lo que me dio la fuerza es saber que me iba a dar rabia verme yéndome”.

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