La inundación en La Plata y el drama de empezar de cero otra vez: perdieron todo en 2013 y ahora les volvió a pasar


Son vecinos de Los Hornos y Altos de San Lorenzo, que padecieron la tormenta de hace diez años. En la capital bonaerense hubo 1.300 familias afectadas.

Cómo afrontar la calamidad de empezar de nuevo, una y otra vez. Solange Machuca (29) y su pareja, Emmanuel Carrera (35), soportan como una maldición esta necesidad de reconstruir su morada casi desde cero después de cada inundación.

Alojados con sus hijos en una vivienda de 57 entre 152 y 153, tuvieron más de 80 centímetros de agua el 2 de abril de 2013. Y vieron como subía hasta casi medio metro entre la madrugada y la media tarde de este jueves. En cada ocasión la lluvia vino acompañada de angustia, tensión y desesperación.

“Cuando vi la intensidad de la tormenta no pude evitar ponerme a llorar en plena madrugada. Era como verme en un espejo hacia atrás. Pero ahora con el temor por la salud de los chiquitos”, le contó Solange a Clarín.

Es que en esa casa construida con mucho esfuerzo y escasas comodidades, comparten espacio cinco hijos de la pareja. “A los más chicos los tuvimos que evacuar. Se los llevó mi hermana cuando pudo llegar hasta aquí. Ellos tienen 3 y 8 años y no se pueden cuidar solos”.

Solange Machuca y su pareja, Emmanuel Carrera, perdieron todo en la inundación por la tormenta récord de 2013 y ahora les volvió a pasar. Foto: Martín Bonetto

Solange Machuca y su pareja, Emmanuel Carrera, perdieron todo en la inundación por la tormenta récord de 2013 y ahora les volvió a pasar. Foto: Martín Bonetto
En 2013, Emmanuel terminó con la casa arrasada por la correntada. “No me quedó ni una banqueta. Desde lo más elemental hasta lo más grande. Todo tuve que volver a conseguir. Y ahora otra vez: la heladera, la cocina, los muebles. No se si podré volver a usarlos”, lamenta el hombre que realiza changas variadas en la zona de Los Hornos.

En este sector de la localidad más poblada del partido de La Plata (viven casi 120 mil personas) sólo abundan las carencias. “Nos quedamos sin luz, sin gas y sin agua potable”, describe Solange, que tiene un merendero, “Comedor Los Hornos 57”, al que asiste una decena de niños. También se perdió parte de los insumos para ese enclave de ayuda social.

A pocas cuadras de este drama, Ana María Díaz (58) tolera el propio. Escenas que se repiten como un infortunio cada vez que las tormentas derraman sobre esta zona baja de la ciudad conocida como “Puente de Hierro”. Es una de las más postergadas y Ana María lo sabe, pero lo asume.

Ana María, otra de las que padeció la inundación de 2013 y la de ahora en su casa de La Plata. Foto: Martín Bonetto

Ana María, otra de las que padeció la inundación de 2013 y la de ahora en su casa de La Plata. Foto: Martín Bonetto
“Hace 10 años pasó lo mismo. Pero también hace dos meses, y hace 15. Pero de acá no me voy. Nací en este lugar y aunque estas situaciones me empujen yo quiero morir en mi barrio”.

Díaz venía preparando y acumulaba insumos para hacer una gran “chocolateada” con sus nietos para el día de las Infancias. “Ahora tengo que salir a buscar todo otra vez. Tengo que pedir ayuda a mis hijas para que los chicos tengan una sonrisa ese día”.

Tendrá otras urgencias para resolver: recomponer muebles y todo aquello que el agua se llevó. Por enésima vez.

Hace una década no quedó en su casa de 87, entre 27 y 28. No sobrevivieron los muebles. Tampoco los colchones, frazadas o ropa. Para ella y para su pareja, Raúl Alvarez, que trabaja en el hospital San Martín. “Lo único que me motiva para volver a levantarme cada vez que una inundación me lleva todo son mis nietos. Tengo que seguir por ellos”, dice Ana María.

La mujer es asistente terapéutica y en oportunidades la contratan para cuidar adultos mayores o personas con enfermedades. En el barrio todos la conocen. Además, se encarga del cuidado los pequeños, porque sus hijas –que comparten la vivienda arrasada por el temporal- trabajan “todo el día”.

Las inundaciones actúan trasvasando cualquier escalón social. Desechan esa distinción. Pero el golpe siempre es más duro, más hiriente, entre los sectores desprotegidos. Solange y Ana María conocen el fenómeno.

La Plata (Corresponsalía)

SC

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