El primer ministro japonés visita Fukushima antes de comenzar el polémico plan de vertidos de agua tratada

El primer ministro japonés, Fumio Kishida, visitó hoy la accidentada central nuclear de Fukushima, antes del comienzo del controvertido vertido de su agua radiactiva tratada, ante el que pescadores locales y países vecinos se oponen.

La visita de Kishida a las instalaciones se produce días antes de una reunión prevista para el martes con los ministros involucrados en la gestión del desastre atómico, de la que se rumorea que podría salir una fecha concreta de cuándo comenzará el vertido.

El Gobierno nipón baraja una orquilla que comprende entre finales de agosto y principios de septiembre para comenzar con el proceso, que se prolongará durante décadas, según lo conocido hasta ahora.

«Creo que estamos en la etapa final en la que el Gobierno debe tomar una decisión sobre el vertido, considerando factores como cómo minimizar el impacto en la pesca todo lo posible», dijo Kishida en la víspera al anunciar la visita desde Washington tras participar en una cumbre con sus homólogos de Estados Unidos y Corea del Sur.

El primer ministro japonés llegó a la central nuclear poco después de las 11:00 hora local de este domingo (2:00 GMT) para comprobar de primera mano el estado de los preparativos para el vertido.

Antes de inspeccionar las instalaciones se reunió con directivos de la empresa propietaria de la planta, Tokyo Electric Power (TEPCO), y tiene previsto también hablar con representantes de los locales de pescadores, según detalló la cadena pública NHK.

El proceso de enfriamiento de los reactores dañados y el combustible fundido a raíz del accidente nuclear desencadenado por el terremoto y tsunami de marzo de 2011 ha generado a lo largo de estos más de diez años grandes cantidades de agua contaminada.

Esta agua se ha estado almacenando en tanques tras someterse a un procesamiento para eliminar la mayoría de los elementos radiactivos, a excepción del tritio, pero los recipientes y el espacio de almacenamiento físico en las instalaciones está llegando a su límite y tras años de consideraciones se va a optar por verterla.

Hasta finales de julio había almacenados unos 1,34 millones de toneladas de agua tratada, en torno al 98 % de la capacidad máxima.

El Gobierno ha estado considerando cuándo empezar a verter el agua tras recibir el informe de valoración del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que considera que el plan japonés cumple con los estándares de seguridad consensuados para estos casos.

El isótopo preocupante, el tritio, se encuentra presente de por sí en concentraciones bajas en la naturaleza, y las autoridades niponas y TEPCO aseguran que los niveles en el agua que se verterá serán cuarenta veces inferiores al tope legal nipón para el agua potable y no supondrán ningún riesgo para la salud humana o el medioambiente.

El plan del vertido de Fukushima ha encontrado fuerte oposición de la comunidad local de pescadores, así como de países vecinos como Corea del Sur y China, que ha establecido pruebas adicionales de radiación a las importaciones de productos del mar japoneses.

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