La apasionada afinidad de Javier Milei con el judaísmo y con Israel divide a la colectividad judía local. Y es un asunto de debate puertas adentro de la propia dirigencia comunitaria. «Estoy pensando en convertirme al judaísmo y aspiro a llegar a ser el primer presidente judío de la historia argentina«, dijo Milei en el torrente de frases que se le conocen sobre ese vínculo que estableció hace unos años.
«No soy judío, pero soy un fanático de Israel, tengo una admiración profunda. Soy católico y todos los días me arrodillo frente a un judío«, dijo también quien le gusta fotografiarse con una quipá en su cabeza, de uso tradicional entre los varones de esa religión.
En otra de las paradojas que envuelven al libertario, esa adhesión absoluta al judaísmo convive con insostenibles -y peligrosas- asociaciones a Milei con las figuras de Hitler y el nazismo, por parte de algunos críticos del candidato en los medios.
«Mi máxima referencia es Moisés», sigue Milei, que además afirma leer todos los días los textos sagrados de la Tora, el libro de la ley de los judíos. Esta y otras frases -como la promesa de trasladar la embajada argentina en Tel Aviv a Jerusalén si es presidente, como lo hizo Donald Trump- se multiplicaron tras convertirse en el candidato más votado el 13 de agosto pasado. Por cierto, el libertario cerró su campaña con la imagen de un religioso tocando el shofar.
Pero pese a los gestos de seducción al electorado judío, el libertario divide fuertemente las aguas.
El primero en salir a su cruce, con nombre y apellido, fue el reconocido periodista Daniel Berliner, director de la Agencia de Judía de Noticias (AJN). Como rara vez lo hace, Berliner publicó días atrás un artículo firmado por él mismo, sumamente crítico hacia el candidato a presidente y su rabino, Axel Wahnish -con quien el economista y diputado estudia la Tora- en el que se preguntaba: «Javier Milei, ¿el candidato que pretende apropiarse del judaísmo?».
«Milei no pierde oportunidad para hablar de su rabino, el de la comunidad marroquí, quien rápidamente tuvo que recalcular para bajar su exposición dado que las comunidades sefaradíes suelen estar lejos de la política, a diferencia de los Ashkenasim, que sí lo hacen. Esto significaría que cualquier actividad por afuera de su condición rabínica lo obligaría a renunciar y así poder trabajar políticamente con Milei», disparó también Berliner, prendiendo la mecha de un tema que viene creciendo dentro de la dirigencia judía.
En las últimas horas, Clarín se contactó con varios dirigentes de la colectividad judía, entre quienes las expresiones de MIlei a favor del judaísmo y de Israel generan un grado de incomodidad más allá de si lo apoyan o no como candidato a presidente.
Aclararon que él tiene “derecho a expresarse, sentir y practicar” la religión que desee. Pero reconocieron que sus expresiones reiteradas sobre el tema inquietan puertas adentro y que preferirían una aproximación al tema «más discreta» para que «no se generen malos entendidos».
Uno de ellos, con grandes responsabilidades en la comunidad, fue tajante: «La comunidad judía sostiene que la sobreexposición de la agenda judía o israelí sólo genera antisemitismo. La exageración es un mecanismo que no genera aliados para combatir la discriminación».
En su escrito de la semana pasada, Berliner recordó que todas las expresiones de Trump en favor del judaísmo y de Israel iban también acompañadas de «guiños al supremacismo blanco estadounidense, que tiene tintes antisemitas».
Cuando participó del último acto en homenaje a las víctimas de la AMIA, el 18 de julio pasado, Milei incomodó a muchos familiares, por su postura –luego revisada y explicada por él mismo- frente a la Ley de Duelo que le valió críticas duras del presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits. Ese día, un grupo desconocido lo escrachó en la calle Uriburu entre Tucumán y Viamonte.
Clarín fue testigo involuntario de la agresión, que Milei luego negó denunciando una supuesta complicidad entre esta cronista, los atacantes y el entorno de Patricia Bullrich, que por supuesto fue desmentida de inmediato. El dato es que, aún si ese día hubiera habido personas que se organizaron para escrachar a Milei, había gente dispuesta hacerlo espontáneamente, enojada con él por lo que entendieron que era una provocación su presencia allí. Otra señal de que la figura del libertario tiene una decodificación ambivalente en la colectividad judía.
Maslatón, ¿sherpa de Milei en el judaísmo?
También hay cierta confusión con la idea de que fue Carlos Maslatón quien acercó a Milei a la religión. El ex cuadro de la Ucedé y panelista televisivo dijo a Clarín que la aproximación al judaísmo que intercambiaron ambos cuando se vinculaban -el mediático liberal se alejó de la Libertad Avanza con fuertes críticas al entorno del candidato- no fue de carácter religioso como al que tiene Milei con el rabino Axel Wahnish sino de otra índole.
“Yo le regalé hace dos años la historia de los judíos de Paul Johnson, famoso libro, y le regalé un atlas de historia judía también con mapas en el que está toda la historia del pueblo. Pero los míos son enfoques históricos. Es más, esos libros yo se los regalé en el templo del rabino con el cual él estudia. Una vez me invitaron a un almuerzo, Milei y el Rabino y otros más. Entonces yo le llevé ese libro casi como diciéndole, ‘guarda que el enfoque del templo es puramente religioso, es una parcialidad entre lo que es el judaísmo», dijo Maslatón a este diario.
Javier Milei habló decenas de veces sobre cómo practica y siente el judaísmo, pero rara vez de cómo llegó a esta religión. Esas raíces se pueden encontrar en una entrevista que le hizo el director de Radio Jai, Miguel Steuermann, a quien el libertario le contó que hace años le daba daba clases particulares de economía a un joven de nombre Shaul, que durante la mañana estudiaba para ser rabino.
“Cuando venía a clases me hacía preguntas que eran muy impresionantes, que a mí me dejaban pensando. Eso me generó mucho interés y después tuve la dicha de irme vinculando con más gente de la comunidad y así tuve más vínculo y empecé a profundizar y ahora tengo la dicha de ser amigo de un rabino, que es el rabino del templo de la calle Borges [Templo ACILBA], que es una persona que quiero muchísimo, que le consulto regularmente. Son discusiones que de repente pueden demandar dos o tres horas y que para mí son muy gratificantes y me ayudan a crecer mucho y a entender las situaciones de una manera mucho más profunda”, señaló Milei, muy popular entonces pero inimaginadamente un candidato fuerte a presidente. «Me da mucha tranquilidad espiritual en un momento dónde recibo ataques constantes de la casta política”, dijo ya en tono preelectoral.
Por si ya no hubiera fuertes ruidos dentro de la colectividad, este lunes el grupo afín al ultrakirchnerista Jorge Elbaum salió a repudiar a Milei pero con tintes políticos.
Su grupo «Llamamiento Argentino Judío» dijo repudiar al candidato presidencial de La Libertad Avanza en un comunicado que publicó la Cadena Judía Vis a Vis. Lo acusan de “justificar sus totalitarias propuestas políticas apelando a la Torá y al Talmud” y le endilgan una “repetida adulteración” de “los contenidos ancestrales presentes en esa tradición y el perjurio que eso supone, denunciamos y repudiamos de forma categórica su proceder”.
El documento, que se identifica con lo que llaman el «campo nacional y popular», va firmado por su presidente Marcelo Horestein, y por el secretario general Pablo Gorodneff.
A diferencia de los otros candidatos, Milei nunca había sido invitado a hablar ante la DAIA. Pero fuentes de la entidad confirmaron a Clarín que ahora sí fue invitado, y que en los próximos días habrá un encuentro con el candidato a presidente por la Libertad Avanza.
La DAIA junto a la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina y otras organizaciones religiosas de la Argentina como armenios ortodoxos y evangélicos, emitieron una «Declaración conjunta por un diálogo responsable y comprometido». Esta señaló que les «preocupa la falta alarmante de diálogo entre las diferentes corrientes políticas y de éstas con la sociedad». Dijeron que eso quedó de manifiesto en las PASO. «No hay país posible sin diálogo. Tampoco hay diálogo con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto».