En las últimas horas, el presidente Donald Trump invocó el Alien Enemies Act de 1798, una ley histórica diseñada para tiempos de guerra, para enfrentar al Tren de Aragua, una peligrosa organización criminal venezolana.
Si bien en un principio un juez del distrito de Washington D.C. intentó bloquear la decisión del presidente Trump, un excelente desempeño por parte del vicejefe de gabinete, Stephen Miller, y la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, permitieron que el operativo se lleve a cabo.
Con suma cautela y discreción, Miller organizó los vuelos hacia Venezuela, con una ejecución temporal dirigida a la perfección con la finalidad de que la orden del juez de D.C. no posea validez.
La administración Trump, al desatender la orden del magistrado, argumentó correctamente que los vuelos se encontraban ya en aguas internacionales cuando se dictaminó el fallo, por lo que el mismo no tenía validez.
Como fue el operativo para deportar a los terroristas del Tren de Aragua a Venezuela
Esta medida es un paso sin precedentes, ya que, por primera vez, una banda criminal se trata como un enemigo extranjero en un conflicto legal de gran escala.
El Alien Enemies Act permite que cualquier persona identificada como miembro del Tren de Aragua en Estados Unidos sea detenida, retenida y deportada sin derecho a un juicio migratorio, considerando a sus miembros como “enemigos extranjeros”.
Este enfoque va más allá de la inmigración ilegal y se presenta como una “invasión encubierta”, con el Tren de Aragua acusado de ser un brazo del narco-Estado venezolano.
Trump ha intensificado las acusaciones contra Venezuela, asegurando que el Tren de Aragua ha infiltrado Estados Unidos mediante oleadas migratorias, con el objetivo de desestabilizar la seguridad del país a través de actividades como asesinatos, tráfico de drogas, secuestros y extorsión.
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Según la administración Trump, el uso de esta ley no es solo una política migratoria, sino una declaración de hostilidad contra una organización criminal que actúa como un ejército irregular al servicio del gobierno de Nicolás Maduro. Esta medida abre la puerta a futuras sanciones más severas contra Venezuela y otras acciones agresivas.
La implementación de esta ley podría desencadenar varias respuestas de parte de Venezuela, que podría tomar represalias contra ciudadanos estadounidenses, cerrar consulados o acelerar la migración masiva hacia Estados Unidos.
Maduro también podría movilizar a sus aliados internacionales, como Cuba, Rusia y China, para denunciar la medida ante la comunidad internacional, lo que podría intensificar las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela.
Este cambio de estrategia también podría tener un impacto en las relaciones de Estados Unidos con otras naciones de América Latina.
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Países como Colombia, Perú y Ecuador ya enfrentan los problemas causados por el Tren de Aragua, y si Estados Unidos comienza a deportar masivamente a sus miembros, estos podrían regresar a América Latina, lo que podría generar caos criminal en la región.
Esto podría ser el preludio de un conflicto mayor, con Estados Unidos tomando medidas más drásticas contra el régimen de Maduro, mientras que Rusia y China podrían incrementar su apoyo a Venezuela en un contexto de creciente rivalidad geopolítica.
Este enfoque podría resultar en una purga contra el crimen organizado, pero también podría desencadenar una escalada de violencia o la reagrupación de fuerzas del Tren de Aragua, bien sea en Estados Unidos o en América Latina.
La estrategia de tratar a una banda criminal como un ejército enemigo deja abierta la posibilidad de intervenciones militares o acciones aún más agresivas en el futuro.
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