23.2 C
Buenos Aires
25 noviembre, 2024

Diario de viaje del Mundial de rugby, día 32: el espíritu amateur de los georgianos en tiempos de profesionalismo extremo

Hay pocas cosas que en un Mundial se reencuentren con el espíritu amateur del rugby, que en una línea de tiempo de 200 años, se perdió hace dos minutos. La Copa del Mundo funciona a la velocidad de que propone la Big Data para las estadísticas deportivas y con un sistema de RSVP en línea que por más credencial que cuelgue del cuello impide todo tipo de acceso a las distintas áreas de trabajo a los periodistas que no registraron en el sistema el click correspondiente

Los jugadores se entrenan y juegan con los GPS enfundados debajo del cuello, justo dónde empieza la espalda. Cada centímetro recorrido queda registrado y tal vez algún jugador se pierda el próximo partido por haber corrido menos kilómetros que otro que se esforzó más en un entrenamiento.

Hay una línea nutricional general y una particular que emplea cada equipo: hasta los carbohidratos tienen su límite. No hay nada librado al azar o espontáneo. Eso es el profesionalismo. La rigurosidad de un horario para oficializar el equipo que será titular 48 horas después y la obligatoriedad de las conferencias de prensa, aunque no haya nada para decir. No hay nada que vaya por fuera de lo programado.

O sí. Cuatro horas antes del partido ante Gales, el plantel de Georgia hizo un calentamiento peculiar. Una “activación”, como se dice ahora. Los Lelos no se aguantaron y salieron al playón de estacionamiento donde ya estaba aparcado el micro que los llevaría al estadio de Nantes y ahí mismo, en ojotas algunos y en zapatillas otros, completaron algunos trabajos con pelota.

La última práctica de Georgia en el Mundial, fue en el playón de estacionamiento del hotel. Fotos Emmanuel Fernández/ Enviado especial La última práctica de Georgia en el Mundial, fue en el playón de estacionamiento del hotel. Fotos Emmanuel Fernández/ Enviado especial Sí, los mismos que algunas horas después cerrarían su participación en el Grupo C con una derrota ante Gales, se entrenaron en el espacio que quedó entre las vías, el ingreso lateral al hotel que los hospedó en Nantes y el micro de la World Rugby ploteado con su nombre.

No sirvió de nada. Hubiese sido magnífico que esa práctica improvisada en cualquier lado los condujera a una victoria épica e inesperada. Es más, si rompían el protocolo nutricionista con un suculento puchero contarían con más argumentos para explicar por qué se acercaron tan poco al ingoal galés. Pero que lindo, igual, tener ganas de pelotear y salir a jugar a la calle.

Últimas Noticias
NOTICIAS RELACIONADAS