7 junio, 2025

Disfrutar una Selección de época

El tiempo pasa, los triunfos siguen. Los jugadores cambian, el equipo no para de ganar. El ciclo ya lleva siete años, pero el legado parece infinito por lo que pasó (cuatro títulos: dos Copa América, un Mundial y una Finalissima), por lo que está pasando y por lo que pasará. Estamos ante una Selección de época, que a lo largo de 2.465 días ha superado la crisis infernal que dejó Rusia 2018 para poner a la Argentina en el lugar más alto de su historia.

Es verdad que esta Scaloneta ganó la tercera estrella, pero sin dudas es el grupo que más tiempo estuvo en la cresta de la ola, y en cada partido demuestra que no se quiere bajar.

Todos estos halagos tienen un pero. Y ese pero es que no debemos naturalizar la excelencia que está consiguiendo la Selección. A los que tienen menos de 18 años y no vivieron los malos momentos, hay que explicarles que la Selección padeció 28 años sin títulos, que no había una comunión entre hinchas y jugadores, que se llegó a silbar a Messi, que hubo una década perdida en los Juveniles, que hubo tres técnicos en dos años (entre el 2016 y 2018) y que sentarse a ver a la Selección no era una alegría, sino un sinónimo de grieta o discusión.

Es momento de disfrutar, de ver cómo un equipo con solo cinco titulares (y varios suplentes de los suplentes) baila a Chile en el primer tiempo y en Santiago se escucha, el oleeee, oleeee. Esto tiene que ver con que las famosas patas de la mesa (DT, dirigentes, jugadores e hinchas) están firmes y nadie quiere que esta perfección se termine.

Todos quieren más: desde los campeones que defienden su puesto, los campeones no titulares que buscan tener más minutos y los pibes que vienen atrás, que sueñan con escribir su historia. “Más nosotros, menos yo. Más grupo y menos individuos”, dijo una vez el recordado Sabella. Y ese lema se cumple a rajatabla y hace flamear la bandera en lo más alto.

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