Metió un golazo, pero no pudo evitar que la final fuera a los penales. En una dramática definición de 22 remates, ganó 10-9 gracias a las atajadas de Callender y sumó su título N°43.
En Nashville, la llamada «Ciudad de la Música» de los Estados Unidos y cuna del género «country», el que terminó bailando fue Lionel Messi. El capitán argentino hizo historia al consagrarse campeón de la Leagues Cup con el Inter Miami y alzar el título 43 de su carrera, igualando la línea de Dani Alves como los futbolistas con mayor cantidad de coronas a lo largo de toda su carrera.
Messi no regaló su mejor actuación, es cierto, pero le alcanzó para liderar a las Garzas en la victoria por penales tras empatar 1-1 ante Nashville SC, el equipo local, frente a las más de 30 mil personas que colmaron el estadio Geodis Park, el más grande del país dedicado al «soccer». En este reducto ubicado en el estado de Tennessee, se creó un clima que no se había vivido en las anteriores excursiones por Dallas y Philadelphia: las Garzas fueron visitantes en serio.
El efecto rey Midas de Messi en Norteamérica no se detiene, todo lo que toca lo convierte en oro. Desde las suscripciones para verlo por Apple TV+ a la venta de tickets y camisetas. Ese fenómeno se observa también en el Inter Miami: sus compañeros juegan cada vez mejor y el equipo, que hasta su llegada no le ganaba a nadie, alcanzó su primera final y se consagró campeón de una competencia internacional.
Arrancó complicada la final, con Nashville proponiendo un juego más físico y parándose en campo rival. Hasta que el mejor del mundo decidió subirse al escenario y agarrar la guitarra. O la pelota. Iban 23 minutos, se acomodó para la zurda y desde el borde del área sacó un zurdazo al ángulo. Inatajable para el arquero Elliot Panicco, que le hizo honor a su apellido en la volada.
Fue el gol 37 de Messi en 42 finales y su décimo en un torneo que lo tuvo como goleador. Así se fue un primer tiempo en el que no pasó mucho más, pocos remates, muchas imprecisiones y ni una sola tarjeta amarilla. El Inter ganaba por ese zurdazo de Leo, demasiado poco.
Este mes de fútbol en modo «yanqui» demuestra dos cosas: lo limitados que son la mayoría de los jugadores de esa región pero también lo determinante que es el público. En Nashville, el apoyo fue exclusivo para los locales más que para la figura Messi. Y ese clima fue acercando a los amarillos al área de los rosados.
Así llegó el empate de Nashville, provocado por Fabrice «Fafá» Picault. Una carambola tras un córner entre el delantero, el chico Cremaschi y el arquero Drake Callender sentenció el 1-1. El guardameta entrenado por Sebastián Saja tendría su revancha.
Los 27 grados de temperatura, los siete partidos en menos de un mes y los viajes de una ciudad a la otra parecieron pasarle factura en lo físico a los de Martino, con futbolistas más veteranos, y el Tata empezó a mover el banco de suplentes buscando oxígeno.
Messi reapareció en el minuto 26 pero esta vez su zurdazo dio en la base del palo izquierdo de Panicco. Pero Nashville parecía más peligroso: una corrida del alemán Hany Mukhtar lo dejó cara a cara con Callender, que hizo su atajada de cada partido. Y luego otra más, que se fue por encima del travesaño.
Cuando se jugaban los últimos segundos, el ecuatoriano Campana erró un gol insólito para el Inter, y la final se tuvo que decidir por penales.
Messi y Martino, en otra definición desde los doce pasos en EE.UU., como ante Chile en 2016, pero esta vez con un final más feliz. Con mucho drama, claro. Fueron 22 los penales y el arquero Callender que le tapó el último remate a su colega Panicco.
Messi, campeón por vez 43: una música que por repetida no deja de ser maravillosa.