27 julio, 2025

Pactos entre Trump y Maduro, el canje de presos y el retorno de Chevron

El anuncio del retorno de Chevron lo hizo público este jueves el diario estadounidense The Wall Street Journal, horas más tarde ya era confirmado oficialmente por Maduro, aunque en verdad la petrolera estadounidense nunca dejó de operar a pesar de la extinción de la Licencia General nº 41 de la OFAC. “Los detalles del acuerdo aún no están claros, pero sigue a discusiones recientes que involucraron al presidente Trump y al secretario de Estado, Marco Rubio, y se produce en medio del intercambio de presos de la semana pasada que liberó a los 10 estadounidenses”, dice este medio. Es importante agregar también que, como parte de estos acuerdos, Washington está preparando nuevas autorizaciones a socios clave de PDVSA, que incluyen también a empresas europeas.

En el círculo estadounidense prima la disputa con China, y uno de los argumentos de sectores más proclives a que se mantenga las licencias para las operaciones de las empresas petroleras en Venezuela es que, si ellos abandonan sus operaciones en Venezuela, ese espacio sería ocupado cada vez más por China que ya tiene fuerte presencia en el país. “Trump habló con Rubio, el enviado especial Ric Grenell y otros altos funcionarios de la administración la semana pasada en la Casa Blanca” dice WSJ, en la que el mandatario “instó a sus asistentes a trabajar para un acuerdo que dé prioridad al acceso de las empresas estadounidenses a los depósitos de petróleo de Venezuela”.

A finales de mayo del año en curso, Trump no renovó la licencia petrolera que tenía Chevron para operar en Venezuela. En marzo lo había anunciado para otras petroleras sobre todo europeas, incluso imposición de 25% de aranceles a país que comerciase petróleo con Venezuela. Una medida que impedía a Chevron y otras empresas estadounidenses operar campos petroleros en Venezuela, exportar su petróleo ni expandir actividades.

La decisión de este jueves implica un nuevo giro en la política que realiza Trump en meses de negociaciones continuas con Venezuela, aunque marcadas con bastante inestabilidad. Desde que asumió el cargo en enero, el presidente estadounidense ha relajado en gran medida la llamada campaña de máxima presión implementada durante su primer mandato, que le venía exigiendo el sector de la derecha venezolana liderada por María Corina Machado.

Por eso, los acuerdos llevados a cabo entre Estados Unidos y Venezuela no se habían reducido al intercambio de los venezolanos deportados a las cárceles de El Salvador por la política racista y xenófoba de Trump y los presos estadounidenses en las cárceles venezolanas y presos políticos venezolanos, aunque fue lo primero que se puso en práctica. Tanto el jefe del Departamento de Estado, Marco Rubio, como el enviado especial de Trump para Venezuela, Richard Grenell, venían trabajando a dos bandas en las negociaciones, siempre marcadas por el mayor de los secretos.

De allí que Trump les exigiera que coordinaran sus políticas ya que la operación y los acuerdos corrieron el peligro de caerse ya que Grenell venía poniendo el peso a que se le permitiera a Chevron retomar sus operaciones en el país buscando una distención con Maduro, y Rubio, solo limitado a la liberación de los estadounidenses detenidos y más reticente a la renovación de las licencias petroleras.

Todo esto en el marco en que las negociaciones entre Estados Unidos y Venezuela nunca se cerraron, a pesar de la decisión de Trump de no renovar las operaciones petroleras de Chevron, siendo que Maduro siguió cumpliendo parte de acuerdos anteriores de seguir recibiendo hasta dos vuelos semanales de deportación desde Estados Unidos con venezolanos. Maduro llegó a felicitar a Trump, Rubio y Grenell por facilitar los nuevos acuerdos, tanto por el intercambio de los migrantes presos por los detenidos estadounidenses y por Chevron: “Su participación fue vital”, dijo Maduro, agregando que “más allá de nuestras diferencias, tenemos que aprender en esta vida a ser agradecidos”. Palabras que son todo un símbolo y ponen al desnudo la falacia de la pose de “antiimperialista” con que se quiera hacer mostrar Maduro.

Una vez más vimos cómo los migrantes venezolanos fueron usados como fichas de cambio en las negociaciones. Los migrantes nunca debieron haber sido deportados, y menos aún ser enviados a las cárceles de máxima seguridad de terceros países, como es el caso de El Salvador, siendo tratados como criminales, cuando su único “delito” fue haber migrado en busca de trabajo ante la miserable situación de vida en Venezuela. Una acción que ya habíamos visto cuando el Gobierno de Estados Unidos había enviado a más de 100 personas de nacionalidad venezolana a la base militar de Guantánamo que mantiene en Cuba, sin revelar sus identidades.

Pero es importante recalcar que, bajo la política de Maduro y su plan privatizador y entreguista, la licencia que tenía y se le renueva a Chevron, tiene asociado un esquema de despojo o saqueo del país, pues no se trata solo de producir petróleo y exportar, sino que encubiertamente tiene un proceso de privatización y altos niveles de sobreexplotación de la mano de obra. La empresa estadounidense ha pasado a tener todo el control de la empresa mixta petrolera donde operaba, dado que PDVSA como tal no lo podía hacer por las sanciones, aumentando su participación en un esquema de hacerse de los activos de las empresas.

Actualmente Chevron participa en las Empresas Mixtas Petroboscán y Petroindependencia en el occidente del país; en la Faja Petrolífera del Orinoco Chevron participa en los proyectos de crudo extrapesado Petropiar y Petroindependencia. En las operaciones de gas costa afuera, la compañía participa en los Bloques 2 y 3 de la Plataforma Deltana con participación exclusiva, además del 100% de Cardón 3 del Proyecto “Rafael Urdaneta”. Son grandes sus intereses y proyectos económicos estratégicos de esta transnacional imperialista en el país.

Es importante tener presente que hace una semana Chevron completó la adquisición de la empresa petrolera estadounidense Hess por 53.000 millones de dólares, lo que le dio acceso al enorme yacimiento petrolífero del Bloque Stabroek (26.800 kilómetros cuadrados), frente a la costa de Guyana, justo en lo que es actualmente la zona de reclamación entre Venezuela y el vecino país con quien tiene una larga disputa. Una acción que con seguridad cuenta con el visto bueno de Maduro al tratarse de una zona que es parte del diferendo territorial.

Basta de saqueo y expoliación de nuestros bienes comunes. Sostenemos que el petróleo, como recurso estratégico, debe permanecer cien por ciento en manos del Estado y bajo control de los trabajadores, evitando cualquier intento de privatización que beneficie a las transnacionales y los grandes grupos económicos tanto los vinculados al gobierno o demás factores de poder. El imperialismo estadounidense –cuyos capitales nunca han dejado de estar presentes en el país–, pugna por recuperar el espacio perdido y volver a poner a Venezuela bajo su órbita. Al tiempo que combatimos las políticas antiobreras del gobierno de Maduro y denunciamos su curso aperturista privatizador, nos oponemos firmemente a las constantes amenazas, sanciones y agresiones del imperialismo, que buscan someter a los pueblos a sus designios.

Los pactos y acuerdos que lleva adelante el gobierno de Maduro, donde los migrantes venezolanos son usados como fichas de cambio y chantaje, no son en beneficio del pueblo trabajador y de las grandes mayorías populares, sino de las grandes cúpulas de una burocracia estatal y de los grupos de poder económico tanto de los viejos como de los nuevos ricos, y abren el camino a la expoliación de nuestros recursos. Basta de deportaciones, plenos derechos para todos los migrantes, empezando por su pleno derecho al trabajo y a residencia legal en el país que así lo deseen, basta de tratar a los migrantes como criminales y las redadas racistas y xenófobas de Trump.

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