“Nuestro país hace 50 años que no crece”, sostuvo Tomás Abraham en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190). Para el filósofo y sociólogo, desde 1975 se repiten modelos que no funcionan, y ni siquiera los intentos de innovación logran romper la lógica del estancamiento: “Nosotros no creamos riquezas, nos comemos las riquezas, fugamos las riquezas. Hay un problema político”.
Tomás Abraham es filósofo, sociólogo y escritor argentino de origen rumano. Durante la noche de los bastones largos, en 1966, abandonó el país y se radicó en Francia. En Europa se graduó en Filosofía y en Sociología. A lo largo de su carrera ha publicado tanto ensayo como narrativa, siendo ganador de innumerables premios.
No sé si uno podría decir aquello de Hegel, de la astucia de la razón, de que a lo mejor una persona como Milei es parte de la astucia de la razón, de encontrar la forma de que la Argentina, con el espíritu argentino, se autorrealice a través de un proceso de destrucción previa para que nazca algo. Pero no sé si cómo nos puede ayudar la filosofía a entender el hoy que estamos viviendo.
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Hegel pensó en Napoleón. No en Milei. Creo que la astucia de la razón acá no funciona demasiado bien. Acá no hay astucia ni hay razón. Creo que es como un juego de billar. Hay carambolas inesperadas, y esto no era previsto y no se sabe qué hacer con esto tampoco. La filosofía de la historia hegueliana es hiperracional, limita con el delirio. En nuestro caso nos cuesta muchísimo entender las cosas. Sin embargo, a veces creo que no tenemos tanto para pensar. Yo, por ejemplo, hace mucho tiempo que no intervengo en opiniones de actualidad política, salvo muy esporádicamente. Porque no me da para pensar, y yo trabajo de eso.
Escribo libros constantemente, doy clases; es decir, tengo algo para pensar. Y sobre la Argentina se me quedó estancado. Es decir, no me da para pensar. Ha dejado de ser interesante para pensar, lo que no significa que sea indiferente, porque me informo, porque creo que estoy al tanto, pero no hay nada nuevo para pensar. Entonces, eso es una sensación desagradable, fundamentalmente porque el futuro me importa, me importa por los que me siguen, pero no le encuentro la vuelta. Y creo que casi ninguno le encontramos la vuelta, y cada vez que hay un fracaso, yo no lo tomo bien, más allá de mis antipatías o simpatías respecto del personal gubernamental. Pero no quiero acumular fracasos; es decir, que algo se mueva.
Nuestro país hace 50 años que no crece. Es mucho tiempo, es medio siglo. Yo siempre tengo ahí en mi vitrina de recuperables a Arturo Frondizi, siempre lo tengo ahí, porque fue la última vez que hubo una especie de boom industrial. Pero fue hace demasiado tiempo. Una política que llevó a cabo con Frigerio, que fue útil para la Argentina, porque fue más allá de Frondizi, pero hasta un momento dado que se detuvo creo que en el 75, 76. Desde ese momento estamos dando vueltas y quemando distintos tipos de planes, distinto tipo de alternativas. No salimos de la repetición de modelos. A veces incluso hoy en día uno dice, bueno, está inventando algo nuevo este hombre, está tratando de experimentar algo que no se experimentó antes, y yo lo dudo, no. Tampoco soy tan taxativo, no me interesa, pero me parece que no le está encontrando la vuelta. Eso hace que la historia argentina, para mí, se estancó. Es decir, me interesa mucho la historia argentina. Escribo sobre historia argentina; hay otras épocas que me llaman la atención.
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Beatriz Sarlo decía algo parecido: no quiere escribir sobre la actualidad, “no me motiva, me disgusta, me hace mal”. Escuchaba cierto eco de lo que vos decís, de lo que ella me decía. Entonces, me aparece preguntarte: ¿sentís algún punto de contacto en este sin razón que hay hoy con otras que te hayan pasado en otro momento?
No. Para mí está muy clara la diferencia entre democracia y dictadura. Sí yo viví la dictadura en Argentina, había estado años afuera, pero yo viví toda la dictadura, y antes de la dictadura, 74, 75 también. La tengo absolutamente clara.
Vos estuviste en París antes. O sea, en otra dictadura.
Durante el proceso me dediqué a una vida privada, familiar y laboral, pero en cultura prácticamente no tuve ninguna intervención. Entonces seguí estudiando, seguí trabajando, seguí escribiendo para mí. Esto no tiene nada que ver. Cuando se trata de asimilar cosas que ocurren ahora, me parece una irresponsabilidad, fundamentalmente para las nuevas generaciones. Hay muchísima gente joven, muchas generaciones que no saben lo que es una dictadura, por lo tanto no saben apreciar lo que es una democracia. Es decir, nosotros podemos decir lo que pensamos y hay muchísima gente que no sabe qué es vivir sin decir lo que uno piensa, o sea, con la boca cerrada, callado. Más allá de que puede haber otro tipo de riesgos mayores.
Pero quiero decir: para mí eso está absolutamente claro. Nosotros vimos una democracia. La democracia es tal como nosotros la podemos construir. La democracia, el régimen democrático, por definición, es inestable. Por definición siempre está rozando ciertos límites en los que se piensa que en cualquier momento se puede caer. Eso no pasa solamente en la Argentina. Siempre es algo caótico. Siempre puede producir incertidumbre. Eso es propio de la democracia y eso es propio de la libertad. La libertad no es solamente una garantía; la libertad también es un juego donde hay riesgo, donde se pierde, se gana, donde hay límites, donde uno tiene ciertos temores, etcétera.
Pero nosotros estamos viviendo una democracia que en este momento está en una etapa distinta y que tiene sus propias dificultades, que no ocurren en otros regímenes de otros países. Algunas cosas son similares. Sabemos que el régimen de partidos políticos está en crisis en todo el mundo. En Estados Unidos también está en crisis, en Inglaterra también está en crisis, en Francia está en crisis, que son los países donde no hay monarquía constitucional, donde hay un régimen de partido republicano y ya evidentemente están en crisis.
Entonces, a nosotros no nos pasa algo que no pasa en todas partes del mundo, pero pasa de acuerdo a nuestra propia historia. Por algo está Milei: Milei todavía no tiene partido político y a lo mejor ni lo va a tener. Va a ser un conjunto de individuos que circunstancialmente se juntan y después se separan de acuerdo a un juego de intereses, de los cuales a veces ni nos enteramos.
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¿Pero encontraste alguna especie de invariable, de continuidad histórica por lo menos en determinadas políticas económicas que nos permita, si bien decir que la historia no se repite que hay algo que te resuena a otras veces?
Yo por eso no quiero hablar, porque soy medio fatalista, y para ser fatalista mejor callarse la boca. Sí, yo considero que hay constantes. No podemos elaborar una poltiica de crecimiento. ¿Qué quiere decir crecimiento? Quiere decir desarrollo económico, crecimiento, es decir, producción de riquezas. Nosotros nos comemos las riquezas, nosotros fugamos las riquezas, nosotros no creamos riquezas. Pero hace mucho tiempo hubo algún momentito en que, por circunstancias geopolíticas, del 2003 a 2006, ese tipo de cosas que tienen que ver con el mercado chino. Pero no hay una visión. Los mismos que se aprovecharon de eso, porque mejoró algo, después se pelearon con los que generaban ese surplus, que era el campo. Se pelean con el campo, que era el que estaba generando, y ahí se terminó. Es decir, no hay una política de crecimiento, y cuando gana un Kicillof, etcétera, y hablan ellos de lo que quieren hacer, siempre es lo mismo. Ellos hablan de la equidad, hablan de la distribución, hablan de lo injusto que es el sistema, y así vamos dando vuelta como un Yo- yo todo el tiempo.
Pero lo que pasa es que si uno habla de equidad y habla de distribución sin crecimiento, es la pobreza generalizada. Es la pobreza, porque el Estado no acumula, el Estado capitalista ya no acumula; además, lo tenemos en quiebra, así que ¿para qué hablar? No estoy diciendo que a alguien se le tenga que ocurrir una idea. Porque además admito, lamentablemente, que el capitalismo argentino renunció a su función; mantiene sedes de producción, pero ya no son el puntal fundamental de su patrimonio. Incluso viven fuera de la Argentina para no tributar. Entonces, no hay un compromiso.
No va a ser la primera vez que asume un gobierno de tipo liberal, y que se siente traicionado por el Círculo Rojo, que lo que decía Macri todo el tiempo: “Me abandonaron, me abandonaron.” Ahí va a poder decir lo mismo. Espero que no pero posiblemente diga lo mismo. Brasil tiene un capitalismo comprometido con un mercado interno, por supuesto, 200 millones de habitantes, que es otra cosa, pero donde tiene intereses también dentro de su propio territorio.
Hoy se están reuniendo los gobernadores de Provincias Unidas. Seis gobernadores dicen que después de la elección de octubre se van a integrar algunos más, y el planteo sería más o menos algo bastante parecido al desarrollismo con Schiaretti, muy parecido al desarrollismo, muy parecido a lo de Frondizi: la idea de que sí tiene que haber equilibrio fiscal, pero que hay que plantear un plan de desarrollo y crecimiento económico; que la riqueza está en el interior de la Argentina; que hay que cambiar el centro político de la Argentina, de llevarlo de ambacéntrico o conurbanocéntrico hacia el interior. Algo parecido a lo que pasó en el boom económico brasileño en los años 70, cuando mudaron la capital al interior. Hasta 1960, Brasil solamente estaba desarrollado a 80 kilómetros de la costa. El interior no existía.
¿Te imaginas que un cambio geográfico podría significar como un cambio de la matriz productiva de la Argentina, para romper estos 50 años de estancamiento y empobrecimiento, como pasó en Brasil?
Suerte que yo no quería hablar de política argentina, sino de filosofía. Bueno, digamos que esto es filosofía también. Alfonsín quería ir a Viedma. Indudablemente, la ciudad puerto, el litoral del Río de la Plata, y que todo se concentre acá. El 40% que vive en la provincia de Buenos Aires. A mí me gustaría que cuando se reúnen los gobernadores, que trabajan de eso y que son profesionales, digan algo concreto. Yo también puedo decir: “Sí, me parece fenómeno que el centro sea Córdoba”, pero están en campaña.
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¿Y cómo se volvería a regenerar aquello de Frondizi?
No sé si estoy preparado para eso, porque en realidad me estuve preparando para que me llame Lionel Scaloni, porque yo de fútbol sé mucho y quiero darle consejos. No estaba preparado para solucionar los problemas de acá. Hay un problema político en Argentina, no hay un problema económico. Es decir, la política no permite que haya un pensamiento económico. Para eso, ¿qué se necesita? Es lo que pasa en cualquier lugar del mundo: una alianza de intereses que tenga una estrategia común y objetivos comunes. No una riña de gallos, pasó en Chile, para bien o para mal, pero Chile ascendió y no hizo algunas cosas.
Cada país tiene su propia idiosincrasia en cuanto a la política, pero lo que acá vemos es la dificultad entre partidos políticos, porque los partidos políticos en sí son sumamente débiles en cuanto a poder; incluso los elencos gubernamentales son débiles en cuanto al poder. Argentina tiene un bloque sindical, a pesar de que se debilitó, porque hay otro tipo de sociedad salarial ya no es tal, pero tiene un bloque sindical muy fuerte.
Eso depende del punto de vista que le va a favor o en contra, porque por algo todo el tiempo estamos hablando hace cuánto, 30 años de reforma laboral. Yo todavía no sé qué es. Con 50% de trabajo informal, yo no sé qué quieren hacer. Pero digo: hay un bloque sindical, hay un bloque empresarial diversificado, hay bloques económicos, en donde hay bloques de poder. Si no aparece por ahí una idea común, por eso las palabras: “lo pasamos al gobierno al centro, hay que hacer esto, hay que hacer lo otro.” No tiene la menor idea de lo que hay que hacer.
Hay una metáfora en lo de Scaloni: hasta hace 20 años, los jugadores más caros del mundo jugaban en otros países, pero cuando vos juntabas el seleccionado argentino era el de más caro del mundo, y no ganábamos. A partir de Scaloni ganamos. ¿Hay algo respecto de ese país que tiene todos los recursos y finalmente no gana, y de repente qué es lo que pasó?
Yo no creo que nosotros tengamos recursos humanos increíblemente geniales, y que el problema es la falta de cooperación y el espíritu de equipo. Yo creo que tan geniales no somos. Es decir, somos bastante torpes, no conseguimos hacer las cosas bien. “Hay que achicar el Estado”. Este gobierno quiere achicar el Estado. Despidió un montón de gente. Achican el Estado, pero el trámite dura igual. Achicar el Estado no es eficiencia. Uno tiene mucho menos gente y sigue trabajando mal.
Siempre decimos: “No, mucha individualidad. El argentino solo es un genio. Sacamos Premio Nobel, tenemos a los mejores del mundo. Lo que pasa es que falta espíritu de equipo.” No, no tenemos los mejores del mundo. Por lo tanto, tenemos que trabajar mucho. Tenemos que tener conciencia del esfuerzo que tenemos que hacer para hacer algo bien. No es que tenemos un talento natural y que Dios es argentino. Ya sabemos que no. Pero digo, en el fútbol, lo de Scaloni, él tuvo la apertura mental de llamar a un par de jugadores que no estaban en la lista; innovó y después tuvo suerte, que también es importante.
¿Cómo explicarías vos, desde la filosofía, la libertad?
La libertad es muy simple para mí. Como animales que somos, cuando entramos a un territorio, como todos los animales que entran a un territorio, ¿qué es lo que hacen? Lo primero que hacen: miran por dónde está la salida. Eso es lo primero que hay que hacer. Yo sé que la salida está ahí. Esa es la libertad: saber por dónde está la salida, por si acaso. Los libertarios hoy en día no saben nada de libertad. Lo único que saben es de salvajismo; es usufructo de la palabra “libertario”; en realidad son libertarianos. Es el capitalismo salvaje. Ese es el problema de Milei, porque Milei, creo, es una persona inmadura; le falta un golpe de horno, por eso insulta.
No creo que sea una persona complicada; es como un adolescente tardío. El problema que tiene es que tiene una ideología. Y una persona que tiene una ideología es una persona que no piensa, porque la ideología no es militancia. La ideología es un placebo, es algo que tenemos para sentirnos bien con nosotros mismos. Él tiene esta ideología que viene de Estados Unidos, de un círculo minoritario, los libertarianos, que es un capitalismo salvaje que ni el Partido Republicano le da bola. Entonces,se tiene que juntar con esta especie de extrema derecha franquista, hacer un papelón ahí, etcétera, porque tiene esta ideología. Si no tuviera ideología, puede llegar a cambiar. Con ideología es difícil cambiar.
¿Vos crees que no va a cambiar?
Dejemos todavía una puertita.