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3 octubre, 2024

Memorias de Pepe Soriano, que murió a los 93 años: «Mi pelota era un bollo de papel en una media de mujer, atada con un piolín»

La nota casi se frustra. “¿Fotos de mi infancia? No creo que tenga. En esa época, sólo los ricos podían acceder a alguna cámara”. Así reaccionó Pepe Soriano hace cuatro años, cuando Clarín lo eligió para rememorar su niñez, sus viejos dolores, sus primeros sueños. Murió este miércoles, a los 93. Pero quedan, entre otros legados, sus memorias.

Soriano jugaba en el equipo de los que la peleaban hasta el final. La batalla que sea. Tanto las grandes, como las otras. Como cuando se tomó varios días para buscar, queriendo encontrar. Quizás allí radique la clave que lo llevó a rescatar del fondo de sus cajones -en medio de su sorpresa- imágenes que ni sabe quién le sacó.

“Se ve que las guardé todo este tiempo para dártelas solamente a vos”, regala poéticamente este caballero de 90 años recién cumplidos y una capacidad envidiable para manifestar el afecto. Y se entrega en cuerpo y alma -sobre todo alma- a encender la memoria y a ponerle palabras a los recuerdos. El viaje, que es muy largo en un sentido -casi un siglo-, es demasiado corto en el otro: porque Pepe habla ahora de su niñez, tal vez, sobre la misma baldosa en la que empezó a gatear.

Recuerdos de un hombre que no olvidaba

Nacido el 25 de septiembre de 1929, este enorme actor argentino decidió -cuando regresó del exilio en España- volver a vivir en la vieja casona de los abuelos, en Colegiales. Un modo de no olvidar al que fue. Y ése que fue asoma desde estas fotos cargadas de historia y desde este puñado de frases que sólo un artista como él sabe hilvanar. El arte de saber recordar, en primera persona.

«Acá estábamos en Córdoba. Mi madre, mi hermana Margarita y yo. Fijate la bombacha campesina que me pusieron». “Mi madre murió muy joven y mi abuela paterna, la abuela Isabel, me ayudó a crecer. Era una contradicción caminando. Porque la veías y era un sargento de Caballería. No sé si ella conocía el miedo. Siempre iba para adelante con una energía tremenda. Jamás le ibas a descubrir su debilidad. Pero yo sé que se privaba de comer para que a mi hermana y a mí no nos faltara nada. Era analfabeta, pero muy inteligente. La adoraba, con ese rodete tirante que daba miedo”.

“Mi infancia también fue la ausencia de mi madre. Su muerte, cuando yo era muy chico, me marcó tremendamente. Hoy tengo 90 años y sigue siendo un agujero para mí. La disfruté poco. No hay día que no la recuerde. Con los años analicé que quizá su partida terminó marcando mi camino de ser actor: porque, ¿qué espera un actor, siempre? El aplauso. Y el aplauso es amor y es gratitud. Cuando te aplauden es como que te dijeran ‘Te quiero mucho’. Y mamá no tuvo mucho tiempo para decírmelo”.

Imposible no conmoverse con Pepe Soriano. Sabe revisar, se zambulle en los pliegues -aún en los más dolorosos-, sabe compartir. Y es de los que le escapan a la grieta generacional. De hecho está evaluando la chance de hacer un espectáculo con los youtubers del grupo Hecatombe: “Yo ya recorrí todo el espinel de mi oficio, hice teatro, circo, cine, televisión. ¿Por qué no seguir investigando? Yo no me siento un viejo, para nada”.

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