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25 noviembre, 2024

Cumbres de gobernadores, apuestas por la presidencial y las listas mezcladas de Juntos

Mueve el peronismo de los gobernadores

El peronismo cree ser la fuerza que más tiene para superar la derrota del 13 de agosto y entrar en el balotaje sin las divisiones que tiene Cambiemos, que parecen agravarse día a día por la fractura con los radicales y el techo que le ven a Javier Milei.

Este lunes habrá una primera reunión de gobernadores del Norte Grande, una liga de gobernadores de una decena de provincias en la que conviven peronistas y radicales. Será una reunión por zoom en la que habrá un aparte para los peronistas -cuando hayan salido del aire Gerardo Morales y Gustavo Valdés, que pertenecen al club y son radicales-.

Siguen con una reunión presencial de peronistas el martes en Tucumán, convocada por Juan Manzur. Este encuentro tiene que ver con el pergeño de una reacción para movilizar al peronismo federal, que ya se separó del AMBA al adelantar elecciones provinciales.

Siguieron jugando a la baja -por distracción o por castigar al AMBA- dejando que Milei ganase en provincias imposibles de perder para ellos, como el Tucumán de Manzur o La Rioja de Quintela. Ahora la consigna es que el 22 de octubre tienen que hacer ganar a sus candidatos a senadores y diputados. No van a regalar poder real, después que Milei les arrebatase poder simbólico.

«No es por amor a Massa»

La consigna de estos encuentros es que van a construir la mejor elección del peronismo de sus provincias «no por amor a Massa sino para preservar lo propio». El diagnóstico que comparten es que Milei tiene votos prestados, que cuenta como propios, pero que el peronismo va a recuperar.

El modelo es Formosa, en donde Gildo Insfrán mantiene adhesiones del 70% como jefe local, pero Massa se quedó con el 45 % a presidente. ¿Quién se ha llevado mi queso?, se preguntan los peronistas, para evocar aquel clásico de los negocios que fue el libro de Spencer Johnson, la fábula dos ratones -Sniff y Scurry- en un laberinto en busca de su queso.

Esperan señales de Milei y de Bullrich

Los gobernadores ya han escuchado a emisarios de Milei para interceptar ese proyecto y buscar un entendimiento pos-22 de octubre -Guillermo Francos pasó una semana en el país-. También en cualquier momento van a tener alguna señal de Juntos por el Cambio.

El coordinador de la campaña de Bullrich es Sebastián García de Luca. Pertenece al sector Monzó-Massot. Este es el grupo disidente del diagnóstico de Mauricio Macri sobre su gobierno, que afirma haber fracasado por el bloqueo del peronismo. Massot ha sostenido que, por el contrario, Macri pudo gobernar entre 2015 y 2019 porque tuvo enfrente a un peronismo racional: el peronismo federal. Tampoco cree que haya fracasado aquel gobierno.

Macri siempre tomó distancia del peronismo, encasillado en un ala diríase gorila de Cambiemos. Desoyó una propuesta de Miguel Pichetto en noviembre de 2017 de un entendimiento al que acercaba 6 gobernadores y 12 senadores del peronismo -si me desmienten diré quién fue el emisario-. Cuando llamó a Pichetto en 2019 ya era tarde. Vino solo, y menos mal, porque ayudó a sostener el voto en el 40% del electorado.

En la timba de la vida

En política, como en muy pocas cosas de la vida, la realidad se agota en lo fenoménico. Traducido: las cosas son lo que parecen, y para entenderlas hay que ir a las cosas. Nada es un misterio, y menos en la conducta de campaña que inunda la red de mensajes que se cruzan en momentos preelectorales.

Un sector de la patria explicativa descubre en gurúes españoles lo que parieron las PASO y les piden alguna certidumbre sobre el resultado de las generales del 22 de octubre. El proselitismo inunda todo, pero no llega a sacar el cuello por sobre la incertidumbre. Tanto, que uno de los instrumentos de campaña que empieza a despuntar es el pronóstico de las empresas que levantan apuestas sobre todas las competencias que hay en el mercado, desde las carreras de galgos hasta las elecciones presidenciales.

Una firma, cuyos resultados han llegado a mi pantalla, adelanta las preferencias para Javier Milei. Rozan el 61%. El público que apuesta a ganarse unas monedas, marca que le sigue Sergio Massa con el 20,6% y tercera está Patricia Bullrich con el 17,6% (Election Betting Odds, by Maxim Lott and John Stossel, datos al 29 de agosto). Es útil este recurso porque las encuestas ya no ayudan mucho a pronosticar nada.

Partidos sin lideres, líder sin partido

El vértigo navega sin luces, de la mano del pánico, hacia el 22 de octubre. Los plazos del cronograma amortiguan el tic-tac con trámites casi de trasnoche y en feriado. El sábado pasado los partidos presentaron las listas de candidatos a cargos nacionales en todo el país.

Esas nóminas expresan los resultados de las PASO. Son pertinentes sólo en Juntos por el Cambio, que salió segundo y liquidó la esperanza que alentaban desde hace un año de que eran seguros ganadores en un recambio del poder. En el resto de las fuerzas, como el peronismo, hubo competencia sólo para presidente, con fallo dividido para Massa vs. Grabois, que sacó en Buenos Aires la mitad de los votos de Sergio, una radiografía de la crisis del oficialismo.

Milei, el único liderazgo sólido entre las fuerzas competitivas, entendió la virtud de la lista única y ganó. Este liderazgo es una rareza frente a sus adversarios. No lo tiene el peronismo, tironeado por los intereses de los gobernadores, que se desentienden del destino de la trifecta presidencial del AMBA -Alberto, Cristina y Massa-. Tampoco Juntos por el Cambio, donde Macri intoxicó de internismo a la coalición. La llevó a una disputa familiar que obligó a sus principales dirigentes a pelearse entre sí gastando plata, energía y poder, en lugar de confrontar con sus adversarios. Pagan perdiendo la elección.

Lo más grave de una fuerza sin liderazgo es que obligó a muchos dirigentes a jugar a todo y nada. ¿Dónde está la ganancia de mandar a la casa a Gerardo Morales, Elisa Carrió, Mario Negri, Horacio Rodríguez Larreta? Forzar a la pelea a todo o nada es un signo de debilidad. Fueron a una interna que deterioró su representación en el voto no peronista, firme junto a ellos en el 40% de los votos durante la última década.

La mezcladora de Cambiemos

Las novedades en las listas presentadas el sábado aparecen en las mezcladoras de candidaturas de Juntos por el Cambio en Buenos Aires y CABA. La nómina de diputados nacionales en Buenos Aires mezcló a bullrichistas y larretistas para integrar un frente bastante competitivo: 1. Cristian Ritondo, 2. Karina Banfi, 3. Miguel Ángel Pichetto, 4. Silvia Lospennato, 5. Nicolás Massot, 6. Patricia María Vázquez, 7. Pablo Juliano, 8. Mónica Frade, 9. Martín Yeza, 10. Lorena Petrovich.

En CABA la mezcladora es más extraña porque la encabeza un artista retirado de la danza, Maximiliano Guerra, secundado por una economista, Daiana Fernández, que asesoró a Miguel Braun en Comercio bajo el macrismo. Se la destaca -una canallada machirula- como la esposa de Iván Petrella, ghost writer de Macri y teólogo ateo, una especialidad que él acuñó en el coloso del Norte (se graduó en Harvard). Entiende que el papa Francisco está equivocado al rechazar la democracia liberal. Es todo un tema.

El resto de la lista muestra nombres más competitivos, como el de Maxi Ferraro (presidente de la Coalición), Silvana Giudici, Miguel Arabia, Mariela Coletta (presidente de la UCR porteña) y Álvaro González, el hombre más importante del larretismo y que vigila más de lo que se sabe hacia adentro de la coalición.

Los pininos de nuevas alianzas

Este despliegue de nombres articulará el intento de Juntos por el Cambio de recomponer los pedazos de la fuerza que estallaron con la PASO perdidosa del 13 de agosto. La tarea ha comenzado en el nivel nacional y en el área metropolitana, también con una mezcladora de comandos de campaña, en donde negocian precedencias voceros del bullrichismo y el larretismo, gurúes, campañólogos y comandantes de campaña.

El dibujo lo dictaa la necesidad de reinstalar la idea de unidad que hizo estallar a JxC. Esa unidad es imprescindible para la primera vuelta, pero también para el futuro de cada fuerza que integra Cambiemos después de diciembre, con cualquier resultado. Los radicales de CABA creen que Jorge Macri quiere recomponer la alianza en el distrito con un rol menor de la UCR, a la que atribuye el proyecto de hacerlo perder para que el ala Yacobitti-Lousteau conservara dignidades que les dio Larreta a cambio de gobernabilidad. Por ejemplo, áreas vinculadas, diría Luisito (Barrionuevo) a las grandes cajas: Banco Ciudad, concesiones, habilitaciones, patéticas miserabilidades, etc.

Esta recomposición para un nuevo rol de los componentes de la alianza opositora incluye, sospecha el radicalismo, un intento de conciliación con el liberalismo porteño de Ramiro Marra e intentar un triunfo de Jorge en primera vuelta. Si no lo logra, el destino de Jorge, que parecía escrito en piedra, puede peligrar.

Normales vs. anormales

La lógica del proceso electoral hace jugar fichas distintas en cada turno. Al menos hay que considerar tres momentos. Las PASO elijen los jugadores en primera A y descartan a perdedores y traidores. El 13 de agosto quedaron esclarecidos los términos de la tensión entre cambio y continuidad. El oficialismo salió tercero en representación de la continuidad. Milei salió primero, apoderándose de la consigna del cambio, que también intenta representar Patricia Bullrich, pero con amortiguador de humos y sonidos. Un cambio posible.

Milei, sin misterios ni dudas, juega a la lógica de acumulación, en los términos de lo que los anglosajones llaman «la economía de la reacción». En las campañas del conservadorismo americano (Trump) se aplicó la misma receta, descripta como el «owning of libs», traducible como la «captura de los liberales».

La derecha conservadora busca alzar consignas que indignen al pensamiento de centro, que quiebren los valores del consenso moderado. Lo que pretende es la inmediata reacción de los normales que, a su vez, redoble la fuerza de los conservadores y les genere más audiencia. Asumen con alegría aparecer como los anormales.

La provocación como método

En un mundo gobernado por el Guasón -el de Joaquin Phoenix- esa anormalidad garpa ante el público hastiado de los indignados. Y más en un país en donde la indignación no es de los desposeídos sino de los militantes animadores de la TV del prime time, las ligas empresarias y el mundo del dinero.

Por eso Milei habla de venta de órganos, de privatización del agua y de los servicios públicos, el perdón a los militares de antaño, niega el calentamiento global, abomina del papa Francisco, invita a dinamitar el Banco Central, a pulverizar el peso e imponer la dolarización, el gobierno por plebiscito, el desprecio de los políticos profesionales y entona la teología del mercado con un énfasis que el empresariado que lo patrocina lagrimea emocionado.

Dice lo que ellos nunca de animaron a decir y los consuela de los años que pasaron, por una moneda, aplaudiendo en la Casa Rosada a todos los gobiernos. Nunca creyeron vivir para oírlo. Se pellizcan como preguntándose: ¿esto me está pasando a mí? ¿Qué más da, si por menos el Guasón de la película se lo cargó a Robert de Niro, que viene a ser como nuestro Darín, que no se lo puede golpear ni con una flor?

Hay que entender la simpleza de este mecanismo de captación de voluntades porque es donde pueden encontrar su salida los tercios perdedores. Si no reaccionan, están condenados a ser víctimas de este uso ingenioso de la economía de la reacción. El fenómeno, que recorta la cultura política actual, es uno de los motores de la polarización, el veneno de la vida pública del siglo XXI.

El desafío para provocar la respuesta inmediata del otro es la base de las redes sociales, dedicadas a intercambiar likes y rechazos sobre todos los temas. Sobre esa base se construyen identificaciones, audiencias y candidaturas (una buena síntesis en «The Reaction Economy» de William Davies, London Review of Books, marzo de 2023).

Eras Rosa de Luxemburgo…

El segundo paso del proceso electoral es el juego de tensiones con nombre y apellido. Después del 13 de agosto, se sabe que el oficialismo, como continuidad, está condenado por los desaciertos del Gobierno nacional. Y que el cambio lo captura Milei. Patricia emprende la reacción subiéndolo a Carlos Melconian y elenco para responder a la dolarización extrema de Milei con la propuesta del bimonetarismo.

¿Podrá JxC convencer al público de más de 30 años de que la racionalidad es más rentable que la triple mortal sin red del funámbulo liberista? ¿Cómo convertir ahora a Patricia a la moderación? Era Rosa de Luxemburgo y ofrecía un cambio de matriz. Ahora busca voceros para ponerle adjetivos de moderación al tremendismo del diagnóstico. Lo desplazó a Larreta con una versión audaz de la teoría del país fracasado y de porquería que profesa la TV amiga, que la alentaba hasta que, después del 13 de agosto, se enamorase de Milei.

Recesión política

Los tres tristes tercios, para quienes el número de las PASO es piso y techo, pelean para quedar en una segunda vuelta, que es el tercer momento del turno electoral y que se juega según una lógica binaria. Uno contra otro. El duelo al sol. Para lograrlo, analizan por dónde romper el tejado que les puso el voto popular.

La hipótesis del voto bronca que instaló a Milei no es suficiente, más bien ese rechazo se fue al voto en blanco y la abstención. Los tres candidatos que han quedado en cabeza profesan el mismo programa económico en unas elecciones en la cual las tres fuerzas han elegido la economía como tema. Explicable por la ruinosa situación de la economía argentina. Pero que se debate sin tener en cuenta algunas obviedades, como que la economía es confianza y la confianza la produce la política.

Gana quien tiene futuro, o sea quien propone certidumbre. Hay una recesión política en 2023, un año de caída del producto más conspicuo de la política que es eso llamado futuro. Milei lo ofrece en términos extravagantes y buscando construir sobre la reacción de sus adversarios. Es el único líder en estas elecciones. Libertad Avanza tiene el líder que no tienen ni JxC ni el peronismo. Pero es un líder televisivo, sin partido y que es, como el menemismo de los años ’90, un experimento y una oportunidad para los silvestres de la tierra.

Basta repasar la lista de sus punteros para reencontrarse con una galería de dirigentes dignos de la programación del canal «Volver». Esto no los hace ni buenos ni malos. Pero es bailando por un sueño – el de volver.

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