Qué dice Messi cuando dice “este equipo se parece al Barcelona que fue el mejor de la historia”. Dice que es feliz, como cuando estaba en ese Barcelona de Rijkard–Guardiola y ya no tanto en el de Luis Enrique. Allí se sentía arropado en el vestuario desde sus inicios cuando Deco y Ronaldinho casi lo adoptaron, cuando Iniesta y Xavi le creaban las condiciones para su lucimiento que se traducía en desequilibrio y transformaba al equipo catalán en casi invencible. Y tal vez en algo más allá. En el equipo que cambió la historia.
Messi encontró en Paredes, De Paul y Otamendi, en primera fila, más Mac Allister y Enzo Fernández lo que vivía en el Camp Nou. Sin olvidar al ausente Di María. Y encontró en Scaloni, Aimar, Samuel y Ayala la conducción que veía en aquellos entrenadores que frecuentaba en la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Ahora, en el predio de Ezeiza que lleva su nombre.
Y quizá no le falte razón a Messi cuando, al comparar a esta Selección con aquel Barcelona esté hablando del mejor equipo. No tanto de la historia porque la Scaloneta la sigue escribiendo y el Barca es historia. Habla del momento. Hoy, Argentina es el mejor equipo del mundo, sin ningun lugar a dudas. Ganó el Mundial. Pero eso pasó. Y sigue jugando igual o mejor que en Qatar.
Basta con mirar lo que pasa en las Eliminatorias o lo que sucede en la etapa de clasificación para la Eurocopa. Hoy, sin chauvinismos, sin nacionalismos estúpidos, sin barrabravismos de teclado, no es una grosería decir que Argentina les pasa el trapo a todos. Y hasta por escándalo.
Lionel Messi es poesía en movimiento y vuela sobre el césped en Lima. Foto: ERNESTO BENAVIDES / AFP.Vendrán en noviembre dos pruebas difíciles. Uruguay y Brasil, nada menos. Bielsa está armando un equipo muy competitivo. Brasil es un recuerdo que busca su rumbo. Ni técnico tiene. Hoy, aquí y ahora, la Selección es más. Que puede perder, claro que puede perder. No cambiará nada los presuntos resultados adversos contra la Celeste o la Verdeamarelha. En este momento, que ya lleva 10 meses clavados desde la vuelta olímpica en Qatar nada ha cambiado. O tal vez sí. Argentina juega mejor todavía que en el Mundial.
Porque ese vestuario que arropa al mejor mundo es una copia del del Nou Camp. Porque en el campo esta idea del scalonismo está metida tan profunda en sus compañeros como aquella sintetizada en el tiki-taka.
¿Por qué dice Messi lo que dice? Porque ahora se siente feliz en la Selección, Dueño, rey, conductor, capitán de un grupo que no duerme la siesta sobre los laureles que supo conseguir y da señales convincentes de que todavía tiene hambre. ¿Cuanto va a durar? Quien lo sabe. En el corto plazo, seguro que continuará. Luego, Dios dirá. La diferencia es que el futbol, cada día que pasa y a contrapelo de lo que dice el almanaque, Messi es más Dios que nunca. Por eso dice que lo dijo. Que Argentina es el mejor de todos. Que dure.