Un anuncio por día para recuperar la centralidad en la agenda. Ese fue, hasta el martes, el leitmotiv de Sergio Massa después de quedar tercero en las PASO, (aunque fue el segundo candidato más votado individualmente). Ahora, el aspirante presidencial de Unión por la Patria se abraza a la liturgia peronista, espera que el impacto de las medidas de alivio se sientan más que la inflación y el alza del dólar y se abraza a las promesas de unidad nacional con el foco puesto en los debates y el horizonte en el balotaje.
Antes del inicio de la veda de anuncios de gestión, el ministro de Economía compartió un acto en Avellaneda con su jefe en los papeles, Alberto Fernández. Hace tiempo que Massa se mueve como como si estuviera a cargo del Ejecutivo y el Presidente quedó relegado al protocolo internacional. “Estuvieron los dos muy bien y se reflejó en lo que dijeron en el acto. Hablan a diario, más allá de lo que dicen”, expuso un testigo privilegiado del reencuentro público.
Tal como contó Clarín, en la intimidad, Fernández había hecho saber su malestar por la campaña previa en las PASO en la que nadie del oficialismo defendió la gestión de su gobierno. El martes, en Dock Sud, al lado de su ex ministro Jorge Ferraresi que dijo -después de agitar la reelección del Presidente– que antes de la llegada de Massa a Economía, el Gobierno estaba por irse en helicóptero– el mandatario se sacó las ganas en una reivindicación de su administración con un guiño a Massa durante la inauguración del sistema Riachuelo.
“Si ustedes quieren que la Argentina siga esta senda de crecimiento y de desarrollo, vivir en un país con justicia social y que a todos les dé una oportunidad, que piense en la salud y en la educación pública, entonces voten a Sergio porque es quien va a garantizar que esto pueda seguir adelante”, sostuvo Fernández.
Habían pasado cuatro días apenas desde que Massa destacara públicamente que la mitad de los integrantes del Gabinete no ocuparían cargos en su eventual gobierno y de que le reconociera al mandatario haber cargado con el peso de la pandemia en sus espaldas.
Como sea, la postal del Presidente y su ministro-candidato no volverá a repetirse. Massa no se cansó de pedir perdón a los electores del FdT en 2019, un gesto que Cristina Kirchner copió en su reaparición en la UMET.
Sin espacio para nuevos anuncios, Massa espera cosechar el rédito de los “alivios” que se efectivizarán hasta noviembre. Mientras tanto, se cobija en el calor peronista y al poder de movilización y territorial del PJ.
Este viernes por la tarde hablará de espaldas al Congreso frente a una multitud de gremios y de organizaciones sociales oficialistas que prometen llevar 100 mil militantes para celebrar la sanción del nuevo proyecto de Ganancias.
Sergio Massa y Axel Kicillof en el acto en Ensenada, el 27 de septiembre.Las puestas en escena multitudinarias, como la que Massa y Axel Kicillof encabezaron el miércoles en Ensenada, se repetirán. En La Matanza dan por hecho que habrá caravana del candidato presidencial en el distrito más populoso de la Provincia, una tradición que quedó trunca antes de las PASO por la interna del intendente Fernando Espinoza y el Movimiento Evita, zanjanda ahora por más necesidad que convicción.
El miércoles en Neuquén -gracias a la colaboración de gremios- el ministro también se mostró con una multitud. Los actos “limpios” que dominaron la escena hasta las PASO parecen ser cosa del pasado, aunque en el massismo destaquen que la estrategia varía según las necesidades específicas del distrito.
“Se habla mucho de TikTok, pero Milei va a sentir la falta de poder territorial, que es lo que tenemos nosotros”, señaló un integrante activo del comando de campaña. El peronismo redoblará esfuerzos en el Conurbano y en el norte en busca de los votos que fueron a La Libertad Avanza. Los gobernadores del norte -que apuesta a recuperar 800 mil votos en sus distritos- miran con lupa, manzana por manzana, quiénes no fueron a votar.
Massa seguirá con su agenda itinerante, pero las confirmaciones -a diferencia del raid de Bullrich- son día a día. Distritos esquivos como Córdoba, adonde el candidato había prometió en privado que regresaría tres veces antes del 22 de octubre, siguen sin aparecer en el calendario.
Massa, que este mediodía realizó un primer ensayo de cara al debate del domingo en Santiago del Estero, insiste en presentarse como el garante de la unidad nacional. Creen que el último spot de Patricia Bullrich -con su idea de construir una cárcel con el nombre de Cristina Kirchner- fue tan agresivo que convirtió en inverosímil una eventual invitación de la candidata de JxC a un gobierno ecuménico. Por táctica, Massa pasó de no atacar a Milei a elogiar -en un streaming con Alejandro Fantino- el carácter agradecido del líder libertario.
Así y todo, en el oficialismo destacan que los dos debates -separados por 7 días- concentran la atención del candidato. Massa, con la experiencia de 2015 a cuestas, cree que es una «instancia de convalidación” más que una posibilidad real de sumar votos, pero en su entorno subrayan que habrá una audiencia nueva a la que hablarle donde el ministro candidato puede crecer.