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22 junio, 2024

José Mercé descorcha la noche más jonda de Córdoba con la promesa del ‘oripandó’

Córdoba descorchó esta 15 Noche Blanca del Flamenco con una promesa de amanecer, un oripandó, el nombre en caló que habla de la llegada de un nuevo día y que José Mercé ha utilizado para dar título a su último disco, en el que con la ayuda de Antonio Orozco se ha desnudado para dejar al descubierto sus alegrías, sus cicatrices y sus anhelos. No era esta la noche de escuchar los temas del nuevo álbum, pero sí de dejar sobre la mesa la promesa del amanecer.

José Mercé podría ser el boss del flamenco, un cantaor al que no le pesan los cincuenta y cuatro años de trayectoria que lleva a sus espaldas para seguir llenando recintos y dejar al público boquiabierto con su torrente de voz, like a Rolling Stone. A las nueve de la noche, el jerezano hizo su primera aparición, vestido de verde, apenas un par de minutos en Las Tendillas para probar sonido. La plaza, que este año luce escenario en el lado de la calle Claudio Marcelo, justo en frente que años anteriores, con solo media plaza de sillas, ya era un hervidero de gente a esa hora, recién acabado el partido de España.  A las 22.30 horas en punto, José Mercé ya estaba sobre el escenario dando las gracias al Ayuntamiento de Córdoba por su apoyo a la cultura y al flamenco, que no cabe duda de que es marca España, dijo. Tres minutos después, su vozarrón se hacía presente en toda la plaza.

El concierto de José Mercé en la Noche Blanca del Flamenco, en imágenes

Ambiente en el concierto de José Mercé. / A.J. González

Con sus 69 primaveras recién cumplidas, su melena blanca alborotada, vestido de negro, salvo por el detalle blanco del bolsillo, José Mercé demostró en Córdoba de qué está hecho el flamenco con mayúsculas. No hace falta ser crítico ni un entendido en música para conmoverse con la voz de ese hombre de serena presencia, que se lanzó al abismo sin red por malagueñas y después por soleares, el palo más íntimo y profundo. A partir de ahí, el patriarca del cante se dejó llevar a lo más jondo, desde las tripas, recorriendo alegrías, seguiriya, malagueña, fandangos, tangos y bulerías, hasta acabar con un popurrí de temas populares. «Estoy a gusto en esta plaza de las Tendillas de Córdoba», dijo, «estoy con ganas». Su voz y la guitarra de Antonio Higuero fueron suficientes para emocionar al público, que a a la hora de Mercé aún no tenía que elegir para seguir la Noche Blanca porque él era el primero y el único cantando. 

De todas formas, él se tomó su tiempo. A las once, después de unos fandangos, hizo un alto en el camino. Con su sonrisa desplegada, salió de nuevo al cabo de unos minutos para regalar al respetable unas alegrías con las que se metió a todos en el bolsillo.

El concierto de José Mercé en la Noche Blanca del Flamenco, en imágenes

José Mercé, durante el concierto. / A.J. González

Puede que la Noche Blanca del Flamenco, que transcurre en lugares abiertos, no sea el sitio más idóneo para enamorarse del cante jondo, ni el bullicio que acompaña a estos conciertos, donde la gente viene y va, el mejor escenario para que el duende salga de su escondite, pero si algo tiene la noche blanca es magia, la que surge al congregar a miles de personas concentradas por un día en sentir el flamenco, cada uno desde su larga o corta experiencia con el género, cada cual a su manera. Mercé sabía la plaza a la que se enfrentaba. No es la primera vez que pasa por Córdoba en esta cita. Artistas y público hacen un pacto de paciencia. Los unos porque no todos saben de qué va lo que ellos hacen y los otros porque aguantar a pie quieto una hora o más de concierto requiere mucho entusiasmo y muchas ganas.

En una encuesta rápida entre los jóvenes presentes, la mayoría respondió que iba a ser la primera vez que escucharan a José Mercé, no ya en directo, sino en general. «Hemos venido porque aquí está el meollo, para echar un vistazo«, explicó Damián mientras disimulaba una sonrisa, junto a un grupo de amigos que debatían si quedarse o seguir su camino hacia otro lugar. Resulta difícil imaginar cuántos de esos jóvenes que esta noche escucharon al jerezano, que fue ovacionado al salir con gran entusiasmo, volverán a buscar su nombre en Spotify. Con que haya un 1% al que le pique la curiosidad, la noche ya habrá tenido su efecto.

Una hora y pico después de salir, tras marcarse un baile y un saludo, Mercé ha gritado «¡aire!», se ha secado el sudor y seguido con lo suyo. Acompañando a las palmas, relajado y a gustito, ha cantado uno de sus temas más famosos.

Con los más fieles entregados al espectáculo, la voz se ha abierto paso mientras los móviles grababan cada movimiento del maestro. «Abre la ventana… Aire aireee«. Y con las ventanas abiertas de par en par, el patriarca se ha despedido de Córdoba. Hasta la siguiente.

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