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3 mayo, 2024

La «manta corta» de la educación argentina

Hay una paradoja educativa que, en la Argentina de la profunda crisis social, nadie logra resolver: cada vez son más los alumnos que aprueban el año pero, así y todo, los resultados en los aprendizajes siguen empeorando.

La paradoja quedó en evidencia una vez más la semana pasada con el informe que, basado en datos oficiales, presentó Argentinos por la Educación.

Allí se observa que en los últimos años fue creciendo el porcentaje de alumnos que termina la secundaria a tiempo (12 años después de haber empezado 1° grado). Sin embargo, baja la proporción de los que la termina con un nivel aceptable.

Los números cantan lo siguiente. En cuanto a la promoción del año, la noticia “positiva” es que cada 100 alumnos que arrancaron la primaria en 2011, 61 llegaron al último año de la secundaria sin repetir ni abandonar en el medio. Es decir, en el tiempo esperado. La cifra es mayor que las de cohortes anteriores: 53% en la de 2009-2020 y 46% en la de 2005-2016.

Ahora, en línea inversa, o la “mala noticia”, es que entre los que llegan “en tiempo” cada vez son menos los que lo hace “en forma”: con un nivel satisfactorio en Matemática y Lengua, según el criterio de los autores del informe. En 2022 fueron apenas 13 de cada 100 alumnos los que llegaron en tiempo y forma; en 2020 habían sido 16 de cada 100; y en 2016, 17 de cada 100.

Esta paradoja no hace más que reflejar la “manta corta” en que se ha convertido la educación argentina, y más específicamente la escuela secundaria.

Por un lado, hay que tironear para evitar que los alumnos repitan porque -es sabido- la repitencia es la antesala del abandono escolar. Y para eso se vienen flexibilizando las promociones (se exige menos). En algunas provincias, la flexibilización es casi extrema. 

Por otro lado, también hay que tironear para asegurarse que los alumnos aprendan. Hay que exigir. ¿Cómo tironear de los dos lados al mismo tiempo?

La repitencia está en el centro del debate, y desde hace tiempo. Los expertos saben que como herramienta no sirve. Pero el “siga siga” tampoco. Y el título de la secundaria puede convertirse en “papel pintado” si esta tendencia se profundiza.

Elena Duro, experta en educación, está entre los que sostienen que hay que eliminar la repitencia, siempre que, al mismo tiempo, “se abran oportunidades efectivas de enseñanza a los alumnos con rezago”.

La especialista afirma que, en el corto plazo, deberían implementarse instancias de recuperación de áreas básicas, con más horas a contraturno. Y en el mediano plazo, repensar las prácticas de enseñanzas, mejorar la formación docente, y priorizar lo central que debiera incluir el currículo escolar.

Seguramente habrá más recetas, pero la urgencia es clara: consolidar la inclusión escolar, pero con la calidad educativa que todos los estudiantes merecen.

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