Las altas temperaturas redibujan el futuro patrón turístico del sur de Europa

Subir la ladera de la Acrópolis de Atenas este verano podría haber llevado a muchos turistas a una monumental frustración: la de ver el acceso al templo cerrado. Las autoridades helenas han decidido clausurar las visitas durante cinco horas varios días para evitar la ola de calor extremo que ha llevado a la capital griega hasta los 42 grados. Este es solo un ejemplo de las consecuencias del cambio climático. Otro son los fuegos intensos que han recorrido todo el sur del continente, desde la isla de Rodas a la de Cerdeña, y el norte de África. Su impacto en la experiencia del visitante amenaza con redibujar el mapa turístico europeo.

El clima ha sido históricamente uno de los principales motivos para elegir un destino vacacional, sobre todo en verano. Pero las altas temperaturas extremas del sur de Europa de los últimos años podrían elevar el interés de los viajeros por lugares más frescos “o cambiar la temporada en la que visitan estos lugares”, advierte Mabrian Technologies, compañía de inteligencia turística con un Índice de Percepción Climática que estudia el efecto de la climatología en un destino turístico sobre la satisfacción del visitante.

El análisis sobre el impacto de las olas de calor del verano pasado fue que Francia, Grecia y España fueron los destinos más afectados por lo que denominan la “pérdida de satisfacción climática” con una caída “significativa” de la puntuación de los turistas sobre su experiencia y su satisfacción global del viaje. Eso se traduce en “una alta posibilidad de que estos visitantes no repitan”. En el lado contrario, el mismo índice ha detectado que los turistas que visitaron Reino Unido el verano pasado mostraron una mejor percepción general del clima en comparación con 2021.

«Las condiciones climáticas impredecibles tendrán cada vez más impacto a la hora de elegir su destino. Es obvio que los viajeros serán menos propensos a elegir determinados destinos durante las olas de calor», confirma Eduardo Santander, director ejecutivo de la European Travel Commission, organización que aún a entes nacionales de turismo entre los que se encuentra Turespaña. Esta organización ha publicado una encuesta a principios de junio que ha despertado todas las alarmas al sur de Europa al afirmar que “los destinos mediterráneos han visto una caída del 10% en los visitantes que desean viajar allí desde el año pasado” y, al mismo tiempo, “destinos como República Checa, Bulgaria, Irlanda y Dinamarca están experimentando un aumento de su popularidad”.

Cambian los destinos, pero también la época de los viajes, algo que atribuyen a las condiciones climáticas más suaves «o a los precios más bajos durante los meses de otoño». Según la organización, con sede en Bruselas y presidida por el español Miguel Sanz, el porcentaje de europeos que tiene previsto viajar este año entre junio-julio y agosto-septiembre ha disminuido un 3% respecto al año pasado, mientras la proporción de los que están interesados en el periodo octubre-noviembre se ha incrementado un 5%. «La combinación de calor extremo del verano y el aumento de los precios puede resultar en una temporada de verano prolongada en Europa, particularmente en el sur», añade Santander.

La agencia de calificación Moody’s también advierte en una nota que las olas de calor pueden «reducir el atractivo del sur de Europa como destino turístico a largo plazo», o al menos, reducir la demanda en verano y un informe de 2019 pone ejemplos de cómo será la sensación térmica en 2050. El clima en Madrid será similar al de Marrakech, Londres se parecerá a Barcelona, Estocolmo a Budapest, San Francisco a Lisboa y Tokio a Shanghái. Y la agencia de viajes ‘online’ eDreams constata que los viajeros, al menos, se están planteando el cambio con un aumento en las búsquedas desde los países europeos afectados por la ola de calor a países con temperaturas más suaves como Irlanda (+1.020% respecto al mes anterior), Reino Unido (+30% respecto al mes anterior) y Bélgica (+16% respecto al mes anterior).

“Los últimos datos reflejan que las altas temperaturas están llevando a los europeos del sur a replantearse sus destinos vacacionales en busca de temperaturas más frescas” y señala que “es probable que las condiciones meteorológicas vayan ganando más peso en las elecciones de los viajeros en el futuro”, afirma Pablo Caspers, responsable de productos aéreos de eDreams.

La tesis no es nueva, sino que lleva muchos años sobre la mesa de las estrategias climáticas, pero la industria sigue descartando que vaya a tener efecto sobre su negocio a corto plazo. En España, en 2014, se llevó a cabo la iniciativa Adapta, liderada por la Oficina Española de Cambio Climático en colaboración con la hotelera Meliá, que analizó la vulnerabilidad al cambio climático de dos establecimientos hoteleros de la cadena, uno en Canarias y otro en Sierra Nevada, y concluyó que a finales del siglo XXI los eventos extremos podrían tener repercusión en los balances económicos del hotel y en la pérdida de atractivo del destino.

Un informe de 2007 que hacía una evaluación cuantitativa de los impactos de los flujos turísticos extranjeros hacia cinco regiones españolas (Andalucía, Costa Mediterránea, zona central, norte de España e islas Baleares) basándose en datos históricos (desde 1901) y en proyecciones climáticas hasta 2100 afirmaba que en 2080 el número de turistas extranjeros se reduciría hasta un 20% con respecto a los datos de 2004, por efecto del cambio climático, con mayor caída en los meses de verano en julio y agosto. Este impacto sería menor en el norte y en Baleares y aunque el turismo aumentaría en primavera y otoño no compensaría la pérdida de los turistas estivales. El estudio también apunta a que Mallorca podría ser uno de los destinos más afectados por la reducción de las precipitaciones, que unido a la demanda turística podría sufrir de estrés hídrico.

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