30 junio, 2025

Palacio de Justicia: el legado artístico que alberga en su interior

El edificio ocupa la manzana entera y es imponente. Desde su fachada principal, cuyas rampas y escalera central se estiran sobre la calle Caseros hasta la superficie decorativa, donde puede apreciarse la mano del artista Troiano Troiani.

En el tímpano, un bajorrelieve del artista deja ver en el centro la Justicia, con una mirada firme y equilibrada, su espada y su balanza; una figura masculina con vestimenta de la Roma clásica y la compañía del águila imperial –símbolo del poder– se ubica a uno de sus lados, es el Derecho. Al otro lado, la Ley sostiene un soporte escriturario junto a un árbol, que simboliza en sus raíces la firmeza como atributo.

Una vez adentro, el Salón de los Pasos Perdidos (ver más abajo) se despliega majestuoso. Es el lugar elegido para la realización de eventos culturales, como cócteles (en 2019 se realizó aquí el cóctel principal del Congreso Internacional de la Lengua Española), conciertos y agasajos de instituciones relacionadas con el quehacer del Poder Judicial.

Las obras. De la mano de Claudia María Avaca, de la Oficina de Protocolo y Audiencias, Perfil Córdoba realizó un recorrido por los diferentes espacios del edificio donde se encuentran las pinturas que dan testimonio de diferentes momentos históricos y de diversas expresiones estéticas.

Además de las esculturas que pueden verse en los espacios del edificio, son tres los sitios donde se alojan las obras donadas por los artistas.

Se trata de piezas que fueron incorporadas en dos momentos históricos: en el marco de su inauguración, en la década de 1930 y a comienzos de 1990.

Entre las primeras, aparecen obras de Vidal, Camilloni, Malanca, Pedone, Valls y Lescano Ceballos; entre las segundas, piezas de Seguí, Pont Verges, Miravet, Alonso y Monteiro.

La primera parada fue en la Sala de Audiencias, donde se encuentran obras de Francisco Vidal (La Justicia), Pedro Pont Vergés (La Suprema Corte de los Grandes Inocentes) y Tito Miravet (Las dos caras de la Justicia). “Dos de estos cuadros estuvieron 30 años sin sus marcos; en su momento no se los había puesto porque decían que el marco les ponía un límite a las pinturas, pero al ser tan grandes necesitaban alguna contención. Entonces, con la restauradora Marcela Mammana hicimos primero la limpieza de los cuadros y después la colocación de los marcos. Ahora las obras están más seguras porque están colgados desde los marcos y no desde su estructura”, detalla Avaca.

En cuanto a las obras de esta sala, la abogada recuerda que en su momento fueron un shock porque el tema del concurso había sido la Justicia, “pero usualmente la Justicia está vinculada a algo más clásico y estas obras hablaban de otra cosa. Hay que tener en cuenta que son obras de 1988, estábamos saliendo de la dictadura y se empezaba a hablar de las víctimas, que era un tema del que no se hablaba”.

La Suprema Corte de los Grandes Inocentes, de Pedro Pont Vergés. (Foto: Manuel Pascual).

En efecto, los universos que se despliegan en la obra de Pont Vergés contemplan desde una mujer como víctima de la explotación que hacen los hombres de ella; el niño del Gueto de Varsovia, que representa a las víctimas de la discriminación nazi, hasta una persona con enanismo, víctima del escarnio y la burla; también aparece un NN, víctima de los regímenes militares y un anciano, víctima del abandono familiar.

En su obra también asoman personajes como Martin Luther King, Van Gogh, Buster Keaton y John Lennon. “Es una obra que habla no solamente de las víctimas, sino también de las injusticias y sus consecuencias”.

Por su parte, en la pintura de Miravet se observan distintas figuras que dan cuenta de todo el proceso judicial: desde personas comunes hasta magistrados y los conflictos vinculados al ejercicio de la justicia.

En la Sala de Acuerdos se aloja La verdad desnuda, de Carlos Alonso. Compuesta por nueve acrílicos sobre tela que conforman una única pieza; la obra se asienta en el juicio contra la mujer griega Friné, para poner de relieve las disyuntivas que supone acercarse a la verdad.

La verdad desnuda, de Carlos Alonso. (Foto Manuel Pascual).

Aquí también se encuentra La Justicia, de Carlos Camilloni. “Esta obra estaba muy oscura cuando la sacaron, no había sido nunca restaurada y cuando vino Mammana a restaurarla empezaron a aparecer imágenes y detalles que no habíamos visto nunca”, describe Avaca.

En la sala del piso superior, donde se ubica el Centro de Capacitación para los funcionarios, se aloja La Justicia, de Antonio Seguí, la única obra que fue realizada en el exterior y traída desde París.

Con rasgos figurativos, que van del expresionismo a la ironía compositiva, se ubica a la Justicia en el centro, rodeada de escenas cotidianas de hombres y mujeres.

Por último, en la antigua Sala de Audiencias, encontramos la obra de Ernesto Valls: Caín y Abel, una pieza en la que el pintor recupera el pasaje bíblico en el cual Abel es asesinado por su hermano Caín.

El Salón de los Pasos Perdidos

Es el lugar elegido para la realización de eventos culturales, como cócteles y conciertos (Foto Fino Pizarro).

Flanqueado por los dos patios menores, es el espacio de absoluta centralidad simbólica en las casas de Justicia de todo el mundo.

Organizado en torno a 24 columnas ornamentadas, sus capiteles corintios llegan hasta el primer piso.

En el nivel superior se erigen cuatro estatuas monumentales del artista Troiano Troiani dedicadas a destacar conceptos centrales de la labor judicial: La Verdad, La Conciliación, Ansias de Libertad y La Jurisprudencia.

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